Hoy, tristemente, estamos concentradas aquí, como acto de repulsa y denuncia a los bárbaros asesinatos ocurridos ayer en nuestra ciudad. David. M. ha asesinado a su pareja, Paloma Pinedo, de 46 años y a la hija de ésta, India, de 8 años.
En lo que llevamos de año ha habido ya 10 asesinatos machistas, 4 de ellos han ocurrido el día 8 de enero. En 2022 han sido 99 las mujeres asesinadas. Pero nos negamos a poner ese contador a cero año tras año, pues todas y cada una de esas mujeres han sido asesinadas por el mismo motivo, el machismo estructural que atraviesa nuestras vidas y que históricamente nos ha querido encerradas, sumisas y obedientes a sus violencias. Desde 2003, dos años antes de la entrada en vigor de la actual ley de violencia machista, 1.153 mujeres han sido asesinadas a manos de un hombre, por el hecho de ser mujeres.
Hace más de 2 meses, el Guardia Civil César. A. asesinó a su expareja Teresa Rodriguez, de 23 años y también de Valladolid. En este caso, se trasladó hasta Bruselas para tomarse la molestia de acabar con su vida. Un Guardia Civil. Hijo sano del patriarcado. A día de la lectura de este manifiesto, aún no se sabe nada de este individuo. Tras su intento de suicidio y posterior hospitalización, no se sabe NADA.
Recordamos también el caso de Esther López, de 35 años. Hallada muerta en una cuneta deTraspinedo tras 23 días desaparecida. Ha pasado 1 año desde entonces. Las investigaciones apuntan a un culpable, se confirma que estaba viva y la dejaron morir. Tampoco sabemos a día de hoy nada más sobre este caso.
Y así podríamos estar horas. La violencia Es un goteo continuo, sangrante, atroz, que nos deja sin palabras, que nos llena de rabia e impotencia.
Son terribles crímenes machistas cometidos por todo tipo de hombres que tienen algo en común: son hijos sanos del patriarcado. Tu vecino, tu compañero de trabajo, tu primo, el amigo de tu primo. Son señoros para los que las mujeres somos bienes de su propiedad y, como tales, se consideran con el derecho de someternos a su control y vigilancia. Y si sales fuera de su norma, de su control, de sus límites, ya estamos viendo lo que encontramos: desde violencia verbal, económica, emocional hasta el más terrible de los finales, como el que nos trae hoy aquí: el asesinato de una mujer y una menor a manos de su pareja.
Estamos hartas de escuchar cómo en los medios se habla muuucho de ellas. De su estilo de vida. De cómo vestían. De sus familias. De su procedencia, etnia y hasta de su talla de zapato.
¿Por qué? ¿Tiene algún interés todo esto? O acaso, ¿se busca justificar de alguna manera las atrocidades de las que estamos hablando? Estamos aburridas de escuchar a la clase política pidiendo que se denuncie cualquier tipo de agresión. Que se denuncie y que se denuncie. Como si esto estuviera funcionando y fuera a parar la sangría de asesinatos machistas que padecemos. Estamos cansadas de escuchar a la clase política hablar de medidas para rascar votos y lavar sus conciencias cuando nos están asesinando a diario.
Y por si esto fuera poco, resulta que en lo que se centra el debate es en la autoprotección de las mujeres. Somos nosotras las que tenemos que vigilar qué nos ponemos, por donde salimos y con quién nos acostamos. Debemos tener cuidadito. Muy lejos de esto, el foco de este problema estructural y social de la sociedad machista en la que vivimos debería estar en la educación que se está dando a los posibles futuros asesinos, que están ahora mismo en el colegio. O en los adolescentes, que ven “normal” controlar el WhatsApp de su novia. O en los entornos laborales, con los típicos chistes machistas y desfasados. O en los centros sanitarios, escuchando a las víctimas y no dudando de ellas.
Dejad de mirar para otro lado. El problema está aquí mismo. ¿A qué mujer de tu entorno tienen que asesinar para que reaccionemos?
Es más necesario que nunca que como sociedad no miremos para otro lado y lo combatamos de frente, desde cada micromachismo del que somos testigos, desde cada espacio, y que sepamos que la violencia machista y sus consecuencias son cosa de todos y de todas.
Es más que necesario que como mujeres sepamos a qué nos enfrentamos y mostrarnos unidas en contra de esta masacre.
Y os decimos bien alto y bien claro: No podréis con nosotras. No nos dais miedo. El feminismo será la tumba del machismo.
NI UNA MÁS. NI UNA MENOS. VIVAS NOS QUEREMOS.