CNT critica que todos los años se tengan que comprar nuevos libros siendo este un acto de puro consumismo y despilfarro, además de un atentado contra el medio ambiente.
CNT acusa a las editoriales de presionar a los gobiernos para que los libros no sean gratis y el triste papel que los claustros juegan en este asunto por su imprescindible complicidad.
CNT cree que la solución es la reutilización de los libros, el préstamo y las fichas intercambiables.
CNT, ante el inicio del curso escolar, manifiesta de nuevo su crítica por la escasa importancia que se da desde todos los organismos responsables de decidir y organizar la educación a la racionalización del gasto escolar, gasto que supone una carga intolerable para muchas familias que se ven en la obligación de dedicar unos recursos económicos elevados para comprar unos libros que podían haber pasado perfectamente de un hijo a otro. La compra, año tras año, de un sinfín de libros de texto sin que haya motivo pedagógico que lo justifique supone, además, la tala de miles de árboles para la edición de los mismos textos. Irracionalidad sobre irracionalidad.
CNT cree que las razones de este sinsentido están en el negocio que supone la edición de millones de libros todos los años y de ahí que las editoriales no propongan nada que suponga para ellas una disminución de sus ingresos. CNT supone que el mero hecho de que se entablara un debate sobre la reutilización de los libros pondría la piel de gallina a los Consejos de Administración de las editoriales que, por eso, usan todas sus influencias mediáticas –que son muchas, no lo olvidemos- para hurtar a la ciudadanía de esta necesaria discusión. Para CNT, desde el gobierno y desde la Comunidad Escolar (AMPAs, claustros, sindicatos, alumnado…) se deben tomar medidas que eviten este despilfarro proponiendo alternativas a la compra masiva de libros. Es importante destacar la responsabilidad que tienen, en este caso, el profesorado y los claustros a la hora de decidir qué libros se compran y su duración, ya que solamente por motivos pedagógicos estaría justificado el cambio de un libro, nunca porque estuviese muy visto.
CNT, en este sentido, propone que sean las escuelas, los institutos, etc. los que compren los libros y los presten a los alumnos y alumnas, con ello no solo se conseguiría un enorme ahorro a las familias y al erario público sino que, además, evitaríamos la deforestación de bosques enteros, añadiéndose la ventaja, en el plano educativo, de que la reutilización de los libros conllevaría aparejada la responsabilidad del alumnado de cuidar la propiedad común, acto que les vendría muy bien y que les ayudaría a madurar. Si desde pequeños enseñamos a los niños y niñas a respetar el material escolar no habrá problemas de conservación de los libros.
CNT, por último, pide a los entes responsables (gobierno, claustros, AMPAs, sindicatos) que insten a las editoriales a sustituir el libro clásico, bien por fascículos o, mejor aún, por blocs de anillas, con lo que lograríamos bajar el peso de las carteras y mochilas y la rápida sustitución de hojas rotas o estropeadas. La utilización, siempre y en todos los casos, de fichas para hacer ejercicios o apuntes evitaría, por otra parte, el que los libros –en fascículos o en blocs- fueran escritos o pintados.
En Badajoz, a 4 de septiembre de 2009
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