Varias han sido las interpretaciones de los hechos sucedidos en la Corona de Castilla en los años que abarcan desde 1504 (año que fallece Isabel de Trastámara) hasta la derrota del ejercito del pueblo en los campos de Villalar aquel lluvioso 23 de Abril del año 1521.
Análisis estos, que intentan que estos hechos sirvan para levantar un fuerte movimiento identitario con el que apuntalar el regionalismo autonómico o un nacionalismo de corte castellanista. Anteriormente, fueron las ideas liberales que derivaron en las dos repúblicas, las que ensalzaron a los Comuneros. Entendemos que estos planteamientos simplemente hacen empequeñecer y obviar lo más destacable de la guerra de las Comunidades, que es el enfrentamiento directo de intereses entre las distintas capas sociales que existían en la Corona de Castilla.
Las guerras de sucesión en los condados o en los reinos que se fueron formando tras los territorios ganados a los dominios andalusís, no son hechos aislados sino una constante. Las fronteras como tal, son el reflejo de intereses personales y ambiciones diversas de quienes en las distintas épocas históricas han copado los puestos de poder. En esa guerra civil no se estaba dirimiendo un problema de fronteras, sino la organización social y económica no solo de la Corona de Castilla sino de todos los territorios hispánicos.
Desde la CNT de Valladolid entendemos perfectamente que desde aquellos sucesos han pasado nada menos que cinco siglos. Aun así, queremos destacar lo que a nuestro entender son los puntos más relevantes y la aportación fundamental de aquellas gentes, que priorizaron los intereses del común a los de un monarca cuyo proyecto imperial se basaba en reforzar las elites aristocráticas y comerciales que ahogaban a las tierras y a las gentes del interior peninsular del siglo XVI.
- La defensa de las instituciones propias: como los Concejos de las ciudades o las Comunidades de Villa y Tierra, como órganos (con matices) de expresión de la voluntad popular.
- Diputados revocables en las cortes de las instituciones revolucionarias: llevando los procuradores mandato imperativo decidido en las reuniones previas, pudiéndose disponer de esos cargos en cualquier momento que vulneraran ese mandato.
- Señalar desde el principio que el rey se debe al reino y no al revés: esto que parece baladí, engloba aspiraciones políticas trasformadoras para la época, atacando el absolutismo, haciendo una partición de poderes (legislativo y judicial totalmente independientes de la Corona) que no se volvió a exigir hasta II siglos más tarde en la Francia revolucionaria.
- Las quejas por la ocupación de cargos de personas ajenas a la corona: que si a la actualidad lo llevamos, es un claro golpe de estado que apuntala el proyecto imperial del rey Carlos I en detrimento de la soberanía de las instituciones propias.
- Negar al rey que la Corona de Castilla fuera el trampolín económico para sus aspiraciones imperiales: prohibiendo el saqueo económico y la retirada de moneda o metales preciosos fuera de la Corona para los intereses del monarca. En este punto la ciudad de Toledo no solo declinó los servicios fiscales que la solicitaban, sino que llegó a plantear la creación de ciudades libres a imagen de las que existían en Italia.
- Que se terminara el monopolio de las materias primas del sector textil y del comercio por los grandes señores: Estos, priorizaban la exportación empobreciendo a las ciudades y a sus gentes, impidiendo el desarrollo de la industria manufacturera. Fueron los gremios de las ciudades (antecesores de las organizaciones sociales actuales) los que más apoyaron la causa Comunera pidiendo un cambio de orden económico (que se recoge en las leyes de la Junta). De hecho, entre los procuradores de la Junta Popular la mayoría de las ciudades enviaron a personas de los distintos oficios.
- La autoorganizacion que dio pasó al proceso revolucionario: que hizo posible un gobierno paralelo al poder real, que aun con sus lógicos titubeos (ya que se dieron situaciones totalmente nuevas), tomó todo tipo de decisiones dotando de milicias al bando Comunero y con ello un ejército que defendiera sus aspiraciones.
- El esbozo de constitución aprobado por las ciudades en la Junta de Ávila: que limitaba el poder del rey al interés general. En Tordesillas complementan y amplían este esbozo de constitución, oponiendo nuevas formas de participación democrática (en administración, gobierno y economía) al viejo régimen feudal que hasta entonces había gobernado estos reinos.
- La solidaridad entre las ciudades rebeldes: que hizo que el ejército imperial retirara el cerco a la ciudad de Segovia ante la llegada de las milicias de las Comunidades de Toledo y de Madrid. Dirigiéndose este a Medina del Campo, donde se negaron a entregar las piezas de artillería para destruir Segovia que conllevo a la quema de la propia ciudad por el ejército imperial. La quema de Medina sirvió para que muchas ciudades tomaran partido por los Comuneros.
- El apoyo del gobierno rebelde al movimiento antiseñorial: este movimiento paralelo a la crisis política, se dio en algunos pueblos y ciudades de ambas mesetas. Fue el detonante que posicionó en contra de los Comuneros a los grandes comerciantes y a la aristocracia, pues vieron en él, una grave amenaza inmediata de subvertir el régimen.
Seguramente haya muchas personas que discrepen en esta serie de puntos y que señalen que dentro del bando Comunero había también parte de la nobleza e intereses personales. Les diremos que es verdad y que como en toda confrontación de ese nivel existen diferentes causas que se contraponen (lo mismo sucedió en 1936, en la transición o en estos momentos donde se quieren renovar los pactos de la Moncloa excluyendo otra vez a la mayor parte de las organizaciones sociales de base). De lo que no hay ninguna duda, es que todas las aspiraciones populares, se englobaron en el bando Comunero. Es necesario recordar que la mayoría de los cabecillas llevaron sus reivindicaciones hasta el final y muchos de ellos lo pagaron con su vida.
Está claro, que no estamos hablando de los 500 años de una revolución de carácter proletario. Aun así, sí que se puede decir abiertamente que la gente que vivió aquella época tenía una clara conciencia de la justicia y por ende de la libertad. Si algo hemos de aprender del hilo de la historia, es que esta nos va brindando distintas oportunidades para cambiar el destino escrito. Una de ellas fue la guerra de las Comunidades y otra que nos atañe más, fue la Revolución Social que se llevó a cabo simultáneamente a la lucha antifascista entre los años 1936 y 1939. Entonces, este sindicato, colectivizó fábricas y campos, demostrando que no hay más patria que el progreso colectivo que produce vida y fraternidad compartida, que recoge y actualiza el legado de esas épocas anteriores como la que nos ocupa, que respeta profundamente el medio ambiente, que muestra sin ningún titubeo que otra organización de la sociedad es posible y que la lucha para conseguirla es el único camino. 500 años de lucha comunera- 100 años de CNT en Valladolid
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