Comunicado del 1º de Mayo
Secretaría de Prensa, Propaganda y Cultura del Comité Nacional.
Treinta años de “democracia”, 30 años de traiciones, 30 años de renuncias y 30 años de pérdidas reales del poder adquisitivo de los trabajadores.
Como dice una canción: “30 años no son nada”. Sí, cuando nos referimos a toda una vida de luchas del Movimiento Obrero (MO). Pero son muchos si concretamos en personas, en trabajadores, ya que en su mayoría estamos hablando de un tercio de su existencia.
Después de 30 años, hablar de reforma a muchos les sonará a chino, es el pasado que muchos no conocieron, pero no hay presente ni futuro sin pasado y si no lo analizamos volveremos a cometer los mismos errores.
Se comienza a hablar de crisis, de recesión, etc. Y esto nos recuerda el pasado de estos últimos 30 años. Precisamente en la reforma política y económica. Conviene analizar si una no estaba ligada a la otra, es decir que a la muerte del Dictador los movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos se movilizaban por el cambio: cada uno el suyo (eso está claro hoy). Es un hecho que los trabajadores en general se sumaban y luchaban por él, pero con una reivindicación también evidente y no sólo política sino también económica (mejorar sus condiciones de vida).
El empresariado español, anclado en el proteccionismo de la Dictadura, acostumbrado a recoger beneficios y pocas inversiones, no está en condiciones de competir con la Europa global que se avecina, de ahí el interés de un sector importante de este empresariado, de antiguos franquistas sin duda (la banca fundamentalmente), de la necesidad de la reforma política.
Los primeros años de esta reforma para el MO son de reorganización de sus sindicatos. Las reivindicaciones son inmediatas: subida de salarios, fuera las horas extras, menos horas de trabajo, amnistía… El MO organizado es fuerte y no está controlado por los que están gestando la reforma política. Necesitan crear algo que controle ese movimiento. No sólo les valía CCOO-PCE y UGT-PSOE fundamentalmente ya que eran desbordados en las asambleas de fábrica.
Los partidos políticos PCE-PSOE y los reformadores franquistas gestan los Pactos de la Moncloa donde se planifica por donde van a ir los derroteros del cambio económico y político del país. Una parte fundamental sería como controlar al MO y a los sindicatos al margen de CCOO y UGT, es decir a la CNT. En los Pactos se crea y prepara la colaboración de clases (concertación social), y para ello se copia a Alemania y su socialdemocracia.
Nacen los comités de empresa (sindicalismo de nuevo tipo) nefastos para la lucha no sólo en lo económico, sino también en lo organizativo y unitario como clase, parcializando las luchas empresa por empresa, cuando las luchas y las reivindicaciones eran globales. Reforma o ruptura con el franquismo es un tema fundamental que seguimos pagando. La CNT lo tuvo claro, luchó frontalmente y en solitario contra esta reforma, contra los Pactos de la Moncloa y sus comités de empresa. No les pudimos pero nunca es tarde.
Tras estos pactos que prepararon el terreno llegaron los acuerdos para concretar la reforma económica en sí misma, y adaptarla a la economía de las empresas para competir en Europa con las reconversiones: acero, textil, astilleros y ese largo etcétera que todos conocemos. Los Pactos de la Moncloa no vienen solos, nos traen muchos más que llevaron a 4.000.000 de trabajadores al paro y a la miseria. Las pérdidas de poder adquisitivo real las vemos en los pactos de la época:
AMI (Acuerdo Marco Interconfederal) del 5 de enero de 1980. Las peticiones de subida salarial de 1978 a 1980 han sido del 20 al 22% mientras que tras este pacto bajan al 13-16%. A este pacto le sigue el ANE (Acuerdo Nacional de Empleo) del 9 de junio de 1981. Aquí se bajan las peticiones de subida salarial al 11%. En 1984 nos trajeron el AES (Acuerdo Económico y Social) del 9 de octubre. Los salarios se negociaron entre el 5,5 y el 7,5%. En todos los casos, es decir en todos los pactos, todas las empresas que decidían tener pérdidas se descolgaban del convenio, o lo que es lo mismo: no lo aplicaban.
Cuando analizamos estos pactos observamos que la pérdida real del poder adquisitivo al año 2008 ronda el 28-30% ya que los precios nunca se estancaron, como sucedía con los salarios. Decir que esto a muchos les sorprenderá puesto que es evidente que tenemos más cosas y mejores que antes, pero no es menos cierto que tenemos nuestras vidas hipotecadas para 50 años a través de los créditos de todo tipo. El hecho de tener más cosas no significa ni por supuesto ser más libre ni mucho menos ser más rico ya que partimos de la realidad de que lo que tenemos es del banco.
Si la reforma política hubiera ido por otros derroteros y los salarios hubieran ido subiendo de acuerdo a los primeros convenios de los años 1978-1980, hoy sí que tendríamos más cosas pero nuestras y no del banco (otra cuestión es si necesitamos muchas de ellas).
Si realmente el sindicalismo de nuevo tipo serviría y la llamada concertación social fuera real, después de la crisis, en los años de la abundancia se repartirían beneficios. ¿Alguien los ha visto? ¿O más bien hemos asistido a las pequeñas luchas de paros de 24 horas para conseguir en el mejor de los casos medio punto más en convenio?
Con la recesión, o crisis que más da, se avecinan nuevos pactos (ya han sido anunciados durante las elecciones por Zapatero) que evidentemente irán contra los trabajadores. Si hay crisis la pagaremos los de siempre: la clase obrera. El empresariado y la banca quizás ganen algo menos. Por lo que sólo queda volver a retomar viejas fórmulas pero que siempre sirvieron: asambleas de tajo para tomar conciencia todos juntos de cómo solventaremos nuestra crisis y no la del capitalismo.
Resaltar:
Después de 30 años, hablar de reforma a muchos les sonará a chino, es el pasado que muchos no conocieron, pero no hay presente ni futuro sin pasado y si no lo analizamos volveremos a cometer los mismos errores.
Con la recesión, o crisis que más da, se avecinan nuevos pactos (ya han sido anunciados durante las elecciones por Zapatero) que evidentemente irán contra los trabajadores.
Por lo que sólo queda volver a retomar viejas fórmulas pero que siempre sirvieron: asambleas de tajo para tomar conciencia todos juntos de cómo solventaremos nuestra crisis y no la del capitalismo.