Convocada por CNT, la organización Rojava Azadi dio a conocer en la facultad de derecho una experiencia de sociedad alternativa ahora amenazada por la tecnología militar de la OTAN.
La larga guerra que vive Siria ya no ocupa portadas de periódicos e inicios de telediarios, pero se encuentra en un punto de inflexión. Tras la derrota del terrorismo religioso del Daesh, en la que las organizaciones kurdas YPG e YPJ jugaron un papel determinante y notorio, la invasión de Turquía y sus aliados yihadistas a Afrin y la retirada militar de EEUU abre diversos caminos. También para las organizaciones kurdas, que junto a sus acciones militares están impulsando una revolución cotidiana en medio de un avispero geopolítico.
Para tratar en profundidad este tema, el viernes 25 de enero tuvo lugar en la facultad de derecho de la Universidad de Valladolid una conferencia bajo el lema «Rojava resiste», convocada por CNT en colaboración con el Área de Cooperación de la UVA. La exposición estuvo a cargo de Marcos, militante del colectivo de solidaridad con Kurdistán ‘Rojava Azadi‘, y trató el pasado y el presente del territorio del ‘Kurdistán sirio’, en el que el proyecto de autogestión municipalista convive con la guerra. Esta charla da continuidad a la que CNT convocó en 2017 en la misma facultad sobre «La lucha de las mujeres kurdas«, y se inscribe en el llamamiento global a la solidaridad #RiseUp4Rojava con el que el movimiento de liberación kurdo quiere conmemorar la liberación de la ciudad de Kobane.
Se presentaron los antecedentes históricos del pueblo kurdo, el mayor pueblo sin estado y «sin más amigos que las montañas» al que todos los imperios han querido utilizar. Se explicó cómo en Oriente Medio la I Guerra Mundial acabó realmente en 1923, con un trazado de fronteras que no reconoció la independencia de los territorios kurdos y los dividió entre cuatro países -Turquía, Irán, Iraq y Siria- al gusto de las grandes potencias y del naciente estado turco sucesor del imperio otomano.
Estas fronteras artificiales están cruzadas por culturas diversas pero también por intereses geopolíticos que dan lugar a guerras como las que ahora se están viviendo. Siria, en concreto, estaría en el punto de mira por su condición estratégica para el tráfico de materias primas, pero también por el empeño de Arabia Saudí e Israel por romper el «corredor chíita» en la órbita de Irán. En este contexto, las reivindicaciones de las organizaciones kurdas que han combatido al Daesh son vistas como una interferencia en esos intereses estratégicos.
Según el ponente, las revueltas en Siria deberían entenderse desde sus bases materiales, no como una mera exigencia de democracia. La crisis ecológica ha afectado a las exportaciones agrarias y de hidrocarburos del país, y con esto se ha perdido una fuente de divisas que financiaba las prestaciones de Estado de bienestar aportadas por el gobierno; juntó a ello, la aceptación de los planes de privatización impuestos por los organismos internacionales ha potenciado una crisis económica que se ha plasmado en crisis social y política.
Las organizaciones kurdas han presentado una alternativa a esta situación de crisis basada en el confederalismo democrático. No es una alternativa surgida de la nada, sino de más de cuarenta años de acción y organización política iniciada en Bakür, la zona de Kurdistán bajo dominio turco, por parte del Partido de los Trabajadores de Kurdistán -PKK-. Este partido es conocido por sus acciones militares -apoyadas en los ochenta por Siria, debido a su rivalidad con Turquía-; pero es igual de decisivo su trabajo político, basado en la autocrítica constante y en la disposición a abrir debates basados en problemas prácticos.
Su líder, Abdulah Öcalan, lleva veinte años encarcelado en aislamiento, pero ha conseguido dar a la luz desde 2005 las ideas del confederalismo democrático, críticas con el Estado nación como una institución importada que no puede resolver los problemas de la zona -y en la que insistirían algunos planteamientos de Estados Unidos, empeñados en balcanizarla dividiéndola en nuevos estados más pequeños con base étnica, como se ha hecho en Iraq-. Frente a ello, el confederalismo democrático insiste en el poder desde la base, con los pilares de liberación de la mujer, ecologismo social, diversidad étnica y autodefensa -no atacar «pero tener espinas como la rosa»-.
En aplicación de esto, el movimiento kurdo de Siria ya no reivindica sus territorios como propios de una etnia, sino como «Federación Democrática del Norte de Siria», en la que se federan distintas localidades cuyos principios de funcionamiento no son de inspiración libertaría pero sí confluyen con las ideas libertarias. La presencia de mujeres entre los combatientes de las organizaciones kurdas no es casual, sino fruto de esos principios en los que la liberación de la mujer ha sido vista como un objetivo central.
La conferencia se detuvo en cómo las medidas radicales de las organizaciones kurdas por la liberación femenina se han implantado en su sociedad con más facilidad que en los países occidentales como España -sin reacciones como las que ahora representa Vox-. Las comités de mujeres que investigan las denuncias por violencia de género son aceptados como normales en un contexto en que las mujeres siempre han estado unidas y han mantenido la memoria de las comunidades -mientras los varones aceptaban la asimilación a la cultura dominante para encontrar empleo- ; esto dota de contenido a los métodos igualitaristas del confederalismo democrático.
En la actualidad, este tipo de experiencias están teniendo que ser defendidas con energía del deterioro que suponen tantos años de guerra y la incertidumbre que crea la aparente vía libre que se está concediendo a Turquía para ocupar los territorios de la Federación Democrática del Norte de Siria. La tecnología militar de la OTAN con la que está armada Turquía es mucho más potente que la del Daesh, y el territorio esta devastado incluso por el presunto «fuego amigo» de la aviación militar de Estados Unidos, aliado ocasional de las organizaciones kurdas en una estrategia de doble juego. Una diputada kurda en Turquía, en huelga de hambre por la liberación de Öcalan, ha sido encarcelada y sólo liberada por estar al borde de la muerte.
Pese a esta incertidumbre, los métodos de PKK, YPG e YPJ han demostrado su validez y viabilidad como impulsores de una sociedad alternativa, en que la no se impone una ideología en competencia con otras; se busca la unidad en la diversidad, al hilo de la solución de problemas prácticos. Estas organizaciones no demandan de otros países que intervengan en su territorio, sino que hagan su propia revolución basada en estos principios y confluyan así con la de Siria. El interés por los métodos del confederalismo democrático que se manifestó en el debate posterior a la exposición puede tomarse como un signo de que las tareas pendientes bajo los estados occidentales no son tan distintas a las de Siria, aunque no se padezca el flagelo de la guerra.
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