Todos los 1 de mayo son una cita para que la clase trabajadora recordemos que no nos conformamos con migajas, que queremos disfrutar del mundo que podemos construir y no ser expulsados de él a cambio de salarios de miseria. ¡Este año no llegamos desanimadas a él, por crudo que esté el panorama! Es cierto que las cosas están mal, pero no le daremos el gusto a la derecha y a la patronal de desanimarnos y resignarnos.
A este 1 de mayo llegamos en España con el ruido de fondo de un “gobierno más progresista de la historia” que nos habla de sus éxitos mientras nuestros bolsillos están vacios, la guerra llama a nuestras puertas y miles de trabajadoras mueren en el mar intentando llegar a las costas del país, amuralladas por la policía de fronteras e insultadas por los discursos xenófobos que inundan las redes.
Es el gobierno progresista del estado español cuya reforma laboral ha traído aspectos positivos, como la eliminación de esa farsa que era el contrato de obra y servicio, pero que mantiene el poder de los empresaurios en aspectos como la no recuperación de los salarios de tramitación en el despido improcedente, el instrumento de acoso y destrucción de derechos que suponen las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, la irrisoria indemnización por despido así como el mantenimiento de la terrible impunidad que disfrutan ante el incumplimiento de las leyes.
No podía esperarse otra cosa de una reforma que se presenta como un triunfo cuando ha sido negociada bajo el chantaje de la Unión Europea a cambio de la limosna de unos fondos cuyo único objetivo es tapar bocas. A fin de cuentas, es la reforma que mantiene la misma precariedad pero modifica las definiciones para que esta no se refleje en las estadísticas.
En el resto de derechos, el panorama no es mejor: la inflación está descontrolada, y la única ocurrencia del gobierno es subvencionar a las empresas que nos esquilman, malgastando recursos públicos para beneficio privado; conseguir un subsidio es una carrera de obstáculos llena de trampas; se habla mucho contra la privatización de la sanidad, pero las leyes que la favorecen siguen inalteradas.
Y en todo esto, la inflación afecta en mayor medida a las trabajadoras, ya que la mayoría de los empleos a tiempo parcial los ocupan mujeres. Además, ellas son las que están a cargo de más del 80% de familias formadas con menores y una persona adulta. Las pensiones de jubilación de las mujeres son un tercio inferiores a las de los hombres. Las mujeres desempeñan la mayor parte de los trabajos mal pagados y menos protegidos, siendo las mujeres migradas las más vulnerables a la explotación y a los abusos. Un alto porcentaje, el 80%, de las mujeres trans también están excluidas del mercado laboral. A pesar de los esfuerzos, persisten multitud de discriminaciones y disparidades en la ocupación laboral y la brecha salarial. La violencia de género, las sobrecargas sociales y familiares, y la feminización de la pobreza son manifestaciones de la injusticia que obstaculiza el desarrollo personal y profesional de las mujeres.
No podemos esperar otra cosa de la farsa democrática, en que parece que tenemos que alegrarnos de haber evitado en el tiempo de descuento gobiernos estatales con vox; gobiernos de un estado en el que, por ejemplo, las trabajadoras migrantes de la campaña de la fresa no pueden votar, pero sí los patronos que las explotan y dejan sin pagar bajo amenaza sus horas extra.
Frente a esto, trabajadoras y trabajadores, sí hay alternativa. Lo que el paripé de los leyes nos roba, lo podemos conseguir como plantillas organizadas, como trabajadoras organizadas:
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Como lo están consiguiendo en enseñanza de Madrid, donde un proceso asambleario impulsado por CNT, CGT y STEM ha dejado fuera de juego al rodillo de los sindicatos burocráticos como CCOO y UGT
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Como lo han conseguido las trabajadoras de limpieza de Soldelim, que con las herramientas de la huelga, la acción directa y la caja de resistencia, han conseguido liberarse de una empresa que les robaba el sueldo.
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Como desde CGT Renault están haciendo ante el desmantelamiento sistemático de carga de trabajo y puestos de trabajo que está llevando a cabo la empresa en la factoria de carrocerías. CGT no va a parar de convocar paros y actos para dar a conocer lo que es realmente Renault: una trituradora de personas.
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Como lo han conseguido las compañeras de Sevilla Control, que mediante estrategia y disciplina han doblegado a un cacique del sector aeronáutico.
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Como lo han conseguido las trabajadoras de emergencias sanitarias, que tras cinco meses de huelga han conseguido un aumento de sueldo del 15% y una reducción de jornada anual de 212 horas.
Trabajadora, trabajador, ¡no esperes a qué alguien derogue la reforma laboral, derógala uniéndote con tus compañeros! Trabajadora, trabajador, ¡no esperes a que los abusos terminen, ponles fin con tu acción en el puesto de trabajo! ¡Tendremos el futuro porque somos el futuro! ¡Ponte las pilas, organízate y lucha!
Créditos del Video, nuestras compañeras de CNT Huesca
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