Recientemente se ha realizado una exposición al aire libre de las esculturas de Baltasar Lobo en la ciudad de Valladolid, trasladándose posteriormente a otras capitales como Sevilla, Lisboa y Madrid. En este contexto, en el cual se hace un reconocimiento tan importante de la obra de Baltasar Lobo, se hace necesario rescatar del olvido su filiación anarquista, aspecto que como no puede ser de otra forma, está estrechamente ligado a su trayectoria personal y artística.
Baltasar Lobo nace en 1910, en Cerecinos de Campos. A los once años ingresa en la Escuela Cervantes de Benavente. En 1922, su padre, carpintero de profesión, lo trasladó al Taller de Arte de Ramón Nuñez en Valladolid para aprender el oficio esculpiendo santos de madera. En 1923 asiste a clases de modelado en el Museo de Bellas Artes de Valladolid. En 1927 obtuvo una beca de estudio en la Academia de San Fernando en Madrid. En esta ciudad asiste a cursos nocturnos de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios, participando en exposiciones colectivas.
Es una incógnita el momento en el que Lobo toma partido por las ideas anarquistas, si bien gracias a la obra de Madrigal; “Arte y compromiso. España 1917-1936”, podemos saber que desde joven se posiciona y solidariza con las clases mas desfavorecidas (labradores, prostitutas, mendigos…), realizando con tan solo 16 años una escultura de escayola para la Diputación Provincial de Zamora conocida como “El esclavo”, en la que se puede observar a un esclavo intentando librarse de sus ataduras. También, gracias a la obra de Madrigal, podemos observar sus primeros contactos con el movimiento libertario con 18 o 19 años a través de Ángel Garzón, miembro de la CNT y dueño de un taller en Madrid en el que trabajaba Lobo como tallista. Al estallar la Guerra Civil y la revolución social en España, Lobo junto con toda su familia abandonarían Zamora para instalarse en Madrid.
En esta época forma parte del Comité Peninsular de la F.I.J.L. y sus dibujos ilustran publicaciones pertenecientes en su mayoría a la C.N.T. y a la F.A.I. Algunas de estas publicaciones en las que participaría fueron Tierra y Libertad, Castilla Libre, Frente Libertario, Tiempos Nuevos, Umbral y Mujeres Libres, entre otras. En esta última publicación, Lobo colaboraría asiduamente como diseñador y dibujante de la misma. Su estrecha vinculación y colaboración excepcional con dicha revista (excepcional en el sentido de que, si bien no me equivoco, era el único hombre que participó en la revista), viene a raíz de su relación sentimental, iniciada en 1933, con Mercedes Comaposada Guillén, abogada, educadora y una de las fundadoras de la agrupación anarquista Mujeres Libres.
La fama de Lobo va en aumento debido a la gran cantidad de aportaciones artísticas que hace para todos estos medios ya mencionados y a su inconfundible forma de plasmar artísticamente su compromiso político. Esta trayectoria, como afirma Madrigal, tiene su colofón en un retrato que Lobo realizo de Buenaventura Durruti mediante la técnica del lápiz carbón en 1937. Mas interesante sería un dibujo que Lobo realizó en 1936, en el que retrataba los horrores de la guerra, siendo un anticipo al famoso “Guernica” de Picasso, que mediante estilos diferentes muestran ambas obras un gran paralelismo.
Con el final de la guerra, Lobo puso punto y final a esta etapa artística y estrechamente ligada a su compromiso libertario, a pesar de que allá por los años 50, tuviera una participación breve y decepcionante con el Partido Comunista.
Si en otras regiones como Aragón o Cataluña era algo común que una familia entera estuviera unida por sus ideales anarquistas, (véase el caso de los hermanos Ascaso, Casrrasquer o Arch), que en Castilla, y concretamente en la provincia de Zamora, eso ocurriese, era algo absolutamente excepcional. Ese carácter excepcional lo reúne la familia Lobo. A la trayectoria política anteriormente citada de Lobo, hay que unirle la de su padre, perteneciente a la 39 Brigada y asesinado en 1938 al ser bombardeado el estudio del artista en el cual se encontraba. Su hermana Visitación, relacionada desde joven con el movimiento libertario y muy cercana a la organización Mujeres Libres, en la cual participó para reavivar dicha organización una vez terminada la guerra y creando posteriormente junto con Lucia Sánchez Saornil una organización llamada Mujeres Antifascistas. Posteriormente se uniría sentimentalmente a Gregorio Gallego, siendo uno de los destacados de la CNT en la Defensa de Madrid. Baltasar tuvo otra hermana mas activista todavía, que durante la guerra formó parte de la comisión de propaganda de Mujeres Libres y que una vez terminada en 1939 se incorpora a la clandestinidad, sirviendo de enlace a los batallones de trabajadores.
Tras la victoria fascista, Baltasar junto con tantos otros artistas, abandonarían el país en dirección al exilio francés, quedando a España huérfana artística e intelectualmente.
Como indica Violeta Izquierdo en su trabajo “El arte del exilio republicano español”, se puede diferenciar dos grandes núcleos de población al cual se dirigieron los exiliados en Francia: Toulouse y París. A la primera ciudad se dirigieron principalmente aquellas personas de base mas popular y sindical. A la segunda, las personas de carácter pequeño-burgués e intelectual. Baltasar, por lo tanto, se establecería en Montparnasse (París), en el taller abandonado por Naum Gabo, lugar de gran efervescencia cultural y artística, donde pasaría el resto de su vida hasta su muerte, en 1993. A su llegada a París, Baltasar y Mercedes son acogidos por el gran artista Picasso, siendo Mercedes su secretaria durante bastantes años, dejando constancia de ello en sus obras “Picasso” y “Los artistas españoles de la Escuela de París”.
Tanto para Mercedes, como sobretodo para Baltasar, tuvo que ser todo un lujo poder estar en la capital parisina junto con el artista malagueño, tanto en lo personal como en lo artístico. Tratar tan directamente con todo un referente artístico les debió servir de bálsamo en una situación y un contexto tan complicado como era la condición de exiliados que tenían, con el sufrimiento, desarraigo e incertidumbre que ello conlleva. Además, Lobo conocería y entablaría amistad con el escultor Henri Laurens, cuyo taller frecuentaría.
En lo cultural, el exilio supuso un enriquecimiento reciproco tanto para los artistas españoles exiliados como para los artistas franceses. Los artistas españoles se vieron envueltos en un medio artístico totalmente ajeno y dominado por otras tendencias diferentes a las que había en España. Dependiendo de la trayectoria artística de cada artista, su obra estaría más o menos impregnada de las influencias y tendencias del país de acogida. En el caso de Baltasar Lobo, el grueso de su obra vendría a partir de su estancia en París con su consolidación en la escultura. Junto con Picasso y otros artistas españoles de la Escuela de Paris, participó en diferentes exposiciones, como la de Praga de 1946, titulada “El arte de la España republicana”.
La galerista Maria Porto, comisaria de la muestra “Baltasar Lobo. Escultura Monumental”, nos indica lo siguiente acerca de su obra: “En su escultura, a lo largo de los años, la forma se estiliza hasta rayar en lo abstracto, sin perder, por ello, su origen eminentemente figurativo. Destacado miembro de la vanguardia histórica, la evolución de su obra se caracteriza por una trayectoria personal que busca la pureza de los volúmenes (tanto en bronce, como granito o mármol) y, sobre todo, la reducción de las formas a lo mas esencial”. Al parecer, la dureza de formas y tosquedad en las texturas de sus obras realizadas a principios de los años 40 se debía al clima bélico que se vivía en Europa. Esa abstracción en las formas tendría su influencia en Constantin Brancusi y la pureza de sus formas ovoidales, manifestada dicha influencia en obras como “Cabeza de Mujer”, o “Cabeza de Gitana”.
La mujer es el principal referente en la obra de Baltasar, destacando la serie de “Maternidades”, en las que se caracteriza por la posición recostada de la madre alzando en brazos a su hijo, siendo una obsesión a lo largo de su vida el alegato a la vida a través de la maternidad de la mujer. En 1977 tras un viaje a Grecia, añade en su obra motivos mitológicos, elaborando una serie de obras dedicada a “Los Centauros”. Las esculturas de gran tamaño son obra de sus últimas etapas como artista.
Sus obras han sido galardonadas en varias ocasiones, destacando el Premio Oficial de las Artes y las Letras de Francia en 1981, y el Premio Nacional de las Artes Plásticas de España en 1984.
En definitiva, Baltasar Lobo pasará a la historia por ser uno de los grandes escultores españoles del siglo XX. Un artista que, como tantos otros, se da la gran paradoja de haber sido reconocido a nivel mundial mucho antes que en su propio país de origen. Su obra ha estado expuesta en grandes ciudades de todo el mundo, formando incluso parte del paisaje urbano en ciudades como Zurich, París, Luxemburgo o Caracas.
Para todos aquellos que acudáis a Zamora en alguna ocasión y os interese ver la obra del artista, sepan que en la Iglesia de San Esteban se encuentra una exposición permanente del artista, encontrándose sus piezas mas monumentales en el Museo Provincial, cuyo consistorio proyecta desde hace años la apertura del museo “Baltasar Lobo”, permaneciendo allí el legado que el artista donó a la ciudad, así como obras propiedad de la familia Lobo y de colecciones particulares.
* Artículo elaborado por Iván N. miembro de la sección de Enseñanza de CNT Valladolid
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