En el tiempo de la abundancia económica y de los avances técnicos, hay
millones de personas obligadas a no trabajar y despedidas forzosamente, para que perviva y aumente la riqueza de otras personas.
En España, en julio de 2009, según el Instituto Nacional de Estadística, la población activa es de 23 millones de personas, de las que el 18%, 4,2 millones, están en paro, y en el ultimo año el paro ha aumentado en 1,8 millones, cifras relativas a las que hay que añadir los datos de disminución de la población ocupada en 1,5 millones, también en el ultimo año. Si sumamos las dos cifras del último año, se ha producido un aumento del desempleo en 3,3 millones, y el paro oficial seria de 5,7 millones de personas, suma de los parados y la disminución de los ocupados. Pero, las estadísticas nos dirían más cosas, al haber cambiado los criterios que definen a una persona como parada y como inactiva, reconociendo el propio Instituto Nacional de Estadística que, las modificaciones introducidas a partir de 2002 provocan una disminución del paro tanto en términos absolutos como relativos. Además hay que tener en cuenta las definiciones de activo por el mero hecho de haber trabajado una hora a la semana en la fecha de realización de la estadística, además hay que considerar a la población subempleada o con trabajos inadecuados. Es importante añadir que en 1,2 millones de hogares todos sus miembros están en paro. Los beneficiarios por prestaciones por desempleo son 2,6 millones de personas.
Podríamos ilustrar las estadísticas del desempleo con datos de otros países, de Europa, América y del resto del mundo, la injusticia seria todavía mayor, el drama y la tragedia de la lucha por la supervivencia de las personas trabajadoras es diario, varía la atrocidad del sufrimiento personal y de la angustia humana, la barbarie está servida. Estamos en el tiempo de la abundancia económica y de los avances técnicos, y millones de personas impedidas y obligadas a no trabajar, despedidas forzosamente, para que perviva y aumente la riqueza de otras personas. Históricamente hablando continua la injusta distribución de la riqueza.
El sistema económico en el que sucede esta injusticia se llama capitalismo. Sin embargo, nadie de sus dirigentes políticos, gobiernos, ni de sus gestores y propietarios económicos, burocracias económicas, relacionan la tragedia humana del desempleo con el capitalismo. Se refieren a la crisis del capitalismo con el término genérico de la “crisis”. Y la explican como un fenómeno ajeno al sistema económico dominante, el capitalismo, y ajena a la responsabilidad de sus dirigentes políticos y económicos, gobiernos y empresas. Se refieren a la “crisis” como un fenómeno sobrenatural, religioso, contra la que todos debemos luchar.
La explicación de los gobiernos y capitalistas es de carácter ideológico, defienden al capitalismo porque representa sus privilegios, poder y riqueza. Ideológicamente consideran al capitalismo como el único sistema económico, que solo necesita ajustes y recetas técnicas. Pero la realidad es muy diferente. Es un sistema económico sin responsabilidades para sus dirigentes económicos y políticos. Las políticas gubernamentales de subvenciones estatales van dirigidas a las empresas capitalistas, a sus propietarios y dirigentes. Las políticas fiscales redistribuyen la riqueza de los trabajadores, los pobres, en beneficio de las empresas y los ricos, es un socialismo de ricos, quitar a los pobres para dárselo a los ricos. Todas las medidas fiscales adoptadas por los gobiernos consisten en reducir los impuestos de las sociedades empresariales, de los capitales, los impuestos de patrimonio y sucesiones, de las rentas salariales altas, de las cotizaciones empresariales a la seguridad social; y por el contrario aumentar los impuestos de los trabajadores, de la sociedad en general, eliminando deducciones fiscales de los trabajadores, los 400 euros, aumentando los impuestos sobre el consumo, el iva, los impuestos sobre las gasolinas, el tabaco y el alcohol, reduciendo las prestaciones por desempleo, en importe económico y en plazos, reducción de las pensiones de jubilación, disminución generalizada de los salarios y aumento del paro, reducción de los servicios públicos y privatización empresarial de los mismos.
La ideología del capitalismo es la defensa a ultranza de los privilegios y riqueza de los propietarios capitalistas y sus dirigentes, en base al despojo y explotación de los trabajadores. Las políticas gubernamentales y capitalistas, tampoco tocan los privilegios de las burocracias políticas, ancladas en todo tipo de instituciones, parasitarias, ineficaces e inoperantes. Y tampoco tocan los privilegios de una nueva clase privilegiada, que gestiona el capitalismo y el poder con la clase empresarial y política: las burocracias sindicales. Novedosa casta de privilegiados que forman parte de la gestión del capitalismo y del poder político, con el privilegio fundamental de estar liberados del trabajo, denominándoselos vulgarmente como “liberados”, del trabajo, y que reciben su salario sin trabajar, a cambio de consolidar y defender las políticas empresariales, gubernamentales y capitalistas.
Es tan evidente la gestión capitalista y gubernamental de las burocracias sindicales que, no han realizado ni un solo acto de protesta ni de movilización contra la crisis del capitalismo, y que afecta única y exclusivamente a los trabajadores, sobre todo el aumento del paro. Ni una sola actuación.
En el siglo XIX se conformaron unas ideologías diferentes a las ideologías dominantes de la religión, del capitalismo y del estado. Las ideologías anarquistas, comunistas y socialistas. La gran diferencia histórica entre ellas consiste en que, las ideologías socialistas y comunistas, en su vertiente política y estatal han fracasado por haberse convertido al capitalismo, al estado y a la religión. La ideología anarquista, con sus grandes realizaciones económicas y sociales en las colectividades libertarias de España de 1936, fue derrotada militarmente en una guerra social, en la lucha de clases.
La ideología anarquista constituyo en su día el referente del realismo práctico de las luchas sociales, y de las genuinas propuestas de justicia económica y social, de distribución justa de la riqueza, de la reorganización social, económica, política, y moral del ser humano. La influencia social del anarquismo organizado, en sindicatos y en organizaciones específicamente anarquistas, era de tal magnitud que contaban con una presencia social real. La razón estaba en el realismo e inmediatez de las posiciones anarquistas, en el realismo sindical, social y económico de las propuestas anarquistas, de su utilidad social, de su práctica beneficiosa para la clase trabajadora. La base la constituía una ideología social, económica y política en todos los órdenes de la vida, que era útil a las personas y a la sociedad.
Nuestra responsabilidad como seres humanos, como trabajadores, es recuperar y actualizar la ideología anarquista, para que desde la acción práctica, inmediata y la utilidad social consigamos una influencia social, que organizada, mejore nuestras condiciones de vida actuales, en lo material, lo económico, lo social, lo cultural, lo intelectual, lo moral, y prepare, aquí y ahora, el gran cambio ideológico de transformación social, económica y política, destruyendo todo tipo de privilegios y de estructuras de poder y de explotación.
* José Luis Velasco, historiador de las Doctrinas Económicas
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