Ha fallecido la compañera Marisol Caldito. El 22 de julio entró en la inconsciencia. Como casi nadie la conoce os voy a poner al día. Porque Marisol fue una mujer valiente, interesante, comprometida con la CNT y con el anarquismo intuitivo. Fue una gran artista plástica no reconocida. Además, como ha sido muy amiga mía, puedo y quiero contároslo con pelos y señales.
Infancia
Por resumir su primera etapa, con cuatro hermanos más, ella la del medio, nace en 1959, extremeña, y crece en la España negra negrísima del franquismo. Tanto la agobiaba el ambiente familiar y local, que soñaba con una huida. Me contaba que desde muy niña, antes incluso de ver a Pipi Calzaslargas, había planeado una huida en un globo. Tenía hecho hasta el plano… Pero nunca pudo fabricarlo. Así que se quedó aquí.
Adolescencia, juventud
Estudió -ella siempre insistía-, con beca, pues la costumbre de esos tiempos era mandar a los niños a estudiar, no a las niñas si faltaba dinero. A las niñas, las ponían a trabajar en la costura. Y así hace estudios de secretariado, mecanografía (premio regional en Extremadura en el 75), taquigrafía… Que no le sirven para nada pues no encuentra empleo estable. También ayuda a la economía familiar echando una mano a la madre con el cosido, que la convierten en costurera y modista. Posteriormente realiza enfermería en la Cruz Roja, acabando en 1980, y encadena a partir de ahí contratos inestables en pueblos y residencias… Por último cursó estudios de Bellas Artes y se sacó el doctorado.
Pero más importante que esa historia académica, es que con doce años su padre le regala por su cumpleaños, un maletín con pinceles y acrílicos, y le prepara tablas y lienzos, que le permiten desarrollar su gran pasión: pintar. Hace sus primeros retratos y paisajes de forma autodidacta, realista e hiperrealista. De hecho son estas primeras obras las que dejan siempre admirados a quienes contemplan su obra. Son también estos cuadros, los que menos le satisfacen, porque como ella me explicaba pacientemente, el arte, es la expresión del sentimiento del artista, en su estado puro, sin más interés que el de la propia expresión. Y ella tenía que expresarse más tarde con mayor intensidad. Vaya que sí… Cuando nadie se teñía el pelo, ella se lo puso de rojo, pero bien rojo. Morena de piel, delgada, larga cabellera, la veías venir de lejos.
Enfermera
Como decía, trabaja de enfermera aquí y allí; Barcarrota, Valencia del Ventoso, Torremejías, Torrefresneda, Cabeza la Vaca… Un montón de pueblos. Y acaba siendo titular de una plaza en Llerena en el año 83. Y he aquí que lograda la estabilidad, decide que lo de la enfermería, no es lo suyo. Y esto hay que explicarlo. Como enfermera, Marisol era una enfermera minuciosa, profesional y entregada. Veloz y resoluta, a más de uno le salvó el pellejo en «sangrantes», UCI y otros servicios de batalla. Pero el rollo de los hospitales, los médicos, la jerarquía militar, la apatía del personal… Se la llevaban los diablos. Porque Marisol tenía un carácter por su sensibilidad ante el mal y la injusticia, iracundo, conflictivo. Cuando se le disparaba la indignación, era un auténtico demonio, que con su cuerpo menudo y sus 45 kilos de peso, daba hasta miedo. Y eso la llevaba a tener enfrentamientos… Con todo el mundo. Esta característica fue muy suya, desde muy niña, (fue la que inició, encabezó y prosiguió la guerra contra la autoridad paterna), y no la abandonaría hasta el penúltimo de sus días. Y en el 87 abandona la enfermería.
Era exigente. Se exigía mucho a sí misma, quería controlar su vida al 100%… Y esperaba lo mismo de los demás… Y no, no funciona así la gente. Eso la hizo ser…, solitaria. Ahora bien, como se liase a hablar, podía estar una hora describiendo minuciosamente lo que quiera que fuese. Y como se encontrase alguna injusticia de frente…, allí estaba ella. Una vez vio a un tipo dentro de un coche pegándole a una mujer en el semáforo en rojo, y cogió su seat panda y se lo empotró por la retaguardia. Y a continuación formó una que pa qué. Otra vez asaltó el piso del ex-novio de una amiga, porque no le quería devolver sus cosas, tras echarla el tío de la casa… Y se lo rescató todo con el tío dentro, que era hombretón, que trabajaba en un banco: pues el hombre se encerró en la cocina… Marisol más de una vez se metió en follones de ese tipo, por no poderse aguantar. Era pequeña. Fuerza, no tendría mucha. Pero a gritos, no había quien la venciera.
Como he dicho al principio, Marisol se guiaba por un anarquismo intuitivo. No era persona de grandes lecturas, aunque sí que leía. Pero era más de cosas del día a día. Por ejemplo, hacia 1980 recibió de un conocido la petición de pasar gente por la frontera de Portugal. Eran personajes que iban huyendo de Francia, por cuestiones al parecer de robo… Por cuestiones de esas de veinte años de trena si te pillan. Eran anarquistas o similar, de un grupo francés que no recuerdo cómo se llamaba, si Acción Directa o cuál. Y ella no dudó, sin necesidad de explicaciones. Compañeros anarquistas perseguidos… Los montaba en su desvencijado Dian 6, color azul cielo, y les pasaba la frontera de Caya, y otra por Campo Maior, delante de los carabineros… Nunca preguntó quienes eran, ni pidió nada a cambio. Tres o cuatro casos me parece. Lo mismo pasó en la época de la insumisión total, y, en resumen, en su casa cualquier persona que estuviese en un apuro, tenía lugar para ocultarse. Y siempre lo hizo, sin darle absolutamente ninguna importancia. Por cierto, por su defensa de la coherencia y de los principios, podría ser considerada una purista. Como te pillase en un renuncio de principios morales, te echaba un sermón, que pa qué.
Hacia 1992, participa en una movida que titula Artistas Contra el 92. Una especie de contra Expo, en Sevilla, que aquello fue la leche, porque el día antes de inicio de las actividades, la policía se lió a tiros con los manifestantes, hiriendo a cuatro personas de bala, y deteniendo a más de doscientas para que no perturbasen la inauguración de la Expo 92, que venía el rey, Felipe González y un montón de indeseables. Marisol también estuvo pringada en la defensa de los detenidos libertarios.
Como miembro de la CNT, ocupaba normalmente el cargo de tesorera y administradora. Recaudaba las cuotas, llevaba las cuentas, muy rigurosa con el dinero del que siempre había carecido. Hacia el año dos mil o poco más, hubo un rifirrafe en su regional, y en solidaridad con un reformista represaliado –según ella injustamente–, ella, tan pura, dejó los cargos y asambleas, aunque siempre cotizó al sindicato.
En el año 89 tiene a su única hija, tras un complejo embarazo. Fue otro de los motivos para dejar el oficio de enfermera: cuidar de su hija. Fue una madraza, y sospecho que le hubiera gustado tener su propio matriarcado. Y cuando le tocó el turno con su nieta, también se entregó a ella.
Profesora fallida
Habiendo dejado la enfermería y en pleno embarazo, entra en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla en 1987. Carrera que acaba sin mayores problemas académicos, si bien pasó por sus habituales desencuentros con trepas, profesores, etc, se encuentra en sus manos con un título de licenciada, que la capacita para dar clases… JA. Era incapaz de lidiar con la burocracia, y era incapaz de aguantar las estupideces de la escuela. Solo tres ejemplos: estando en desempleo, se enfrenta a un primer contrato en un instituto de Sevilla. Duró un suspiro. La llaman, le piden un montón de papeles, un enredo de la hostia, se arregla todo, se prepara la clase del día siguiente, va al instituto… Lo primero que le dice el Jefe de Estudios, es que hay una especie de verja que se cierra a una hora y no se puede abrir. Y una cámara; lo segundo que le tiene que poner una sanción o castigo a un niño. Ella con la boca abierta, escuchando, y le dice que «no»… El otro se quedó sin entender. «No. No voy a castigar a nadie»; el tipo no discute, y la lleva a la clase, donde se encuentra un motín. La recibieron chavales de catorce o quince años a grito pelado, tirando cosas y sin ningún interés en el dibujo artístico. Así que ni corta ni perezosa, se dio media vuelta, y dimitió dando al Jefe de Estudios y al Director un discurso, sobre que si querían un guardia jurado para una cárcel, que hubiesen empezado por ahí, pero que ella no tenía ¡vocación de carcelera! Renunció a un sueldo que era muy curioso. Un pastón que podían ser entre vacaciones y pagas extras, lo menos 200.000 pesetas. Y la sancionaron. No la llamaron más, en años.
Se ganaba la vida en la economía sumergida. Era monitora de Tal Chi y daba clases en los ayuntamientos, con lo cual se podía sacar como doscientos euros al mes. Suficiente –decía–, aunque luego renegaba de lo escaso del sueldo. No faltaba anualmente a su pelea con la concejala o directivo de turno para arañar veinte euros a la hora «¡Y por menos no trabajo! ¡Yo no reviento los precios!» También daba clases de dibujo y pintura en un sótano y se sacaba otro dinerillo.
Ah, otra muy buena. Como digo, se ganaba la vida en los ayuntamientos por cuatro perras, y tuvo fama pasajera en uno de ellos, el de Mairena, porque cuando se saltaron la bolsa de contratación, y le ofreció un lechuguino repelando con música de Mozart, un empleo para unos meses más tarde, dijo que no, se fue al pleno del ayuntamiento, y allí lió la de dios, con el alcalde socialista (un gángster) y su banda de concejales, a los cuales puso como los trapos mientras llamaban a la policía municipal y el piquete de la CNT sacaba carteles.
Se me había olvidado decir que era ecologista, contraria a la energía nuclear, naturista, y que tenía un punto místico, pues me decía que siendo el Universo un lugar tan extraño, lleno de energía, de alguna manera se canalizaba. Y ella dirigía su energía mediante el Tai Chi. No sé qué grado tenía, pero hacía unas evoluciones que dejaban embelesado. También con abanicos. Dominaba incluso un arte marcial de espada, que te dejaba acojonado con un sable chino, lanzando fintas, dando saltos y lanzando gritos de película. Siempre recalcándome, que ella no tenía ningún interés en el aspecto de la violencia, si no en la forma de control, y en la estética.
Bueno, pues entre renuncias, disputas, despistes, sanciones y exclusiones, y cerrarse las puertas de la prosperidad, su vida era solitaria, escasa en dinero, aunque rica en emociones. Y esto la llevó a ser la reina del reciclaje. Buena parte de su ropa se la hacía ella misma. Muebles, colgadores, artilugios, chismes, aparatos, siempre estaba pensando cómo aprovechar de lo que había… La Emperatriz del pegamento, la llamaba yo. Era austera, que no os podéis hacer una idea, porque le duraba el dinero en el cajón, meses y meses. Era como Esparta, pero a lo bestia. En contraste, una gran cualidad: su generosidad con los demás.
Marisol feminista
Un apunte sobre sus ideas feministas: me decía que tras haber vivido y por su experiencia padecida, que las mujeres, todas, tenían que ser apoyadas en todo, tanto si optaban por ser madres como si no, proporcionándoles guarderías pagadas, descansos remunerados, reducciones de jornada con la totalidad del sueldo, reconocimiento del trabajo que realizan, medidas sindicales en los convenios…
Salud y enfermedad
Tuvo dos enfermedades importantes que la marcaron. En dos etapas. La primera fue, tras su embarazo y parto, que empezó a toser. Se cogió una bronquitis crónica, por todos los productos químicos que inhalaba en su oficio de pintora y grabadora. Ese fue un primer toque muy desagradable, y le costó una década ponerse bien. Y el segundo, fue cuando enfermó del cáncer. Hace poco más de tres años. Y en esta vida he conocido a gente que se dedicaba a cultivar su salud con todo tipo de terapias alternativas, que cuando se enferman, hacen el tratamiento médico a muerte, se hacen intervenciones tremendas, se radian y inyectan quimioterapia hasta el fin. Marisol es la primera persona que he visto que cuando la diagnosticaron, preguntó el pronóstico, se informó, valoró sus opciones, y dijo que a ella ni la radiaban ni la envenenaban con la quimio. A los cirujanos les manifestó bastante emocionada, que había gente que estaba «dispuesta a vivir a costa de tó». Pero que ella no estaba dispuesta a pasar por semejante calvario de estomas, cirugías y demás.
Sobre los médicos homeópatas
Sobre esos elementos me decía que «esa gente» trataba tonterías o personas no enfermas. Que los médicos esos y de tipos similares, coach, pensamiento positivo y todo eso, cuando se encontraban con un problema como el suyo, o huían, o no sabían qué hacer, o intentaban cosas que no servían para nada dándoselas de sabios, cuando en realidad solo tenían especulaciones y creencias, que cobraban a golpe de billete, y que todas sus certezas no eran más que chorradas que disfrazaban el ego y la vanidad. No negaba que tener una buena actitud ante la enfermedad ayudase, pero el cáncer no se cura con buenas actitudes.
Y se fue a vivir a la Sierra de El Ronquillo, a Lagos del Serrano. Se alquiló una casita, y por allí se daba sus paseos haciendo vida contemplativa, viendo animalitos y abrazando los eucaliptos. De esa casita se trajo una cachorrito abandonado, que crió con biberón… Que se ha convertido en un perro enorme. «Un ser puro» que suelta una cantidad de pelo similar a su tamaño.
Y así ha estado, hasta que no ha podido más, hará cosa de un mes que entró en declive, y poco a poco se ha consumido, lenta y serenamente. Sin quejarse, sin culpa, sin miedo. Alimentándose de helados de limón y de cangrejos. Amaba la naturaleza, jamás se comió un pollo, nunca, defendía la vida de todas las criaturas…, pero como viera un cangrejo, o la fastidiase un mosquito… Una nota positiva, para los sanitarios de la sanidad pública y de paliativos: respetando su voluntad, y aplicando sus ayudas para no sentir dolor ni angustia.
Última Voluntad
Ah, su última voluntad: donar a la CNT mil doscientos euros, todos sus ahorros tras haber descontado los gastos de incineración, para una caja de resistencia que favorezca huelgas de personas en situación de precariedad, preferiblemente mujeres. Recomienda encarecidamente que el sindicato tenga dinero para estas cuestiones, que permitan ¡vencer!. También dona algunos cuadros a la Fundación Anselmo Lorenzo, con la condición de que estén expuestos y no acaben en un desván. No se fía ni un pelo.
Y eso es todo. Nos ha dejado Marisol. Solitaria era su apodo. Iracunda, vocinglera, sensible, delicada, amante del Universo, terrible era su ira… Mi amiga del alma fue… Una niña, que quería volar, que ha huido en globo.
17 de agosto de 1959 – 22 de julio de 2018
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