El despertador te arrastra inexorable a tu rutina cotidiana de cada mañana. Quedan muchos tornillos por apretar, otra vuelta de tuerca, siempre es lo mismo, eso es tu vida: encadenadx constructor de cadenas, consumidx consumidorx producto de consumo, parte pasiva y sumisa del ciclo de la vida y el de la muerte. Te sumerges en la monotonía esperando no ahogarte, esperando poder salir a la superficie justo un segundo antes de quedarte sin aire, tragando la mierda de cada día esperando que algún día se pase, que algún día toda esta agonía se termine.
Y así sobrevives, adormilando tu mente y soportando el sinsentido de tu existencia gracias a la televisión, el fútbol, las drogas, la religión,… Soñando con que te toque la lotería o la quiniela y así olvidar tus problemas, soñando con ser futbolista o presidentx, con ser famosx o ricx, con ver las cosas desde el otro lado y sonreír con el bolsillo lleno mientras sueltas una moneda de la calderilla que te sobra a una ONG para aliviar tu indiferente conciencia.
Y entonces alardearás de que durante una parte de tu vida fuiste unx trabajadorx explotadx viviendo en una casa de mierda, en un barrio obrero con putas en las esquinas y mendigos en los bancos, de que tus padres se levantaban a las cuatro de la mañana y nadie se acordó de ti y de que a tu abuelo le fusilaron en la guerra civil.
¿Y qué? Me dan igual tus excusas. Me da igual que tu casa se caiga a cachos y en tu barrio haya dos detenciones cada noche, si hubieras podido hubieras elegido un sitio bien distinto. Me da igual que tu abuelo gritara «¡no pasarán!», hace mucho tiempo que pasaron, y vinieron para quedarse, están entre nosotrxs, están dentro de nosotrxs. Me da igual toda la mierda que tragas en el trabajo mientras te callas y te arrastras esperando el día en que asciendas en la jerarquía impuesta. Me dan igual todos los finales de mes a los que no llegas. Me da igual lo de izquierdas que es el partido al que votas.
Se te olvidará muy rápido en cuanto tengas ocasión. Y entonces intentarás justificar tu riqueza con tu anterior pobreza, te defenderás diciendo que en otro tiempo tu también fuiste unx rebelde, usarás como disculpa todo lo que sufriste mientras pasas por el barrio con tu coche nuevo, mirando con desprecio a la gente, intentando que no te limpie los cristales el sucio gitano del semáforo. Tu suciedad apesta mucho más. Insultabas a tu jefe a sus espaldas solamente por envidia. Siempre tuviste esa suciedad dentro. Siempre fuiste unx de ellxs, o al menos quisiste serlo.
Yo no he ganado pero tú ni siquiera has participado. Yo me he equivocado muchas veces pero tú ni siquiera has abierto la boca, yo he tropezado muchas veces pero tú ni siquiera te has movido de la línea de salida. No les intentaste vencer, te uniste a ellxs directamente. El orgullo obrero se quedó en los eslóganes, la mayoría solamente piensa en malvivir lo mejor posible mientras huye al otro bando. Si hay algo peor que el Estado son sus falsxs oponentes, si hay algo peor que lxs jefxs, son lxs obrerxs que llevan unx jefx dentro.