Desde el Bloque Crítico Feminista (formado por CNT, CGT y Marabunta) escribimos este comunicado porque en los últimos años ha surgido y se ha extendido un discurso tránsfobo y conservador para evitar el avance de derechos y libertades del colectivo LGTBQ+, incluso desde sectores de la izquierda. Por ese motivo, queremos mostrar nuestra solidaridad con las compañeras trans y explicar por qué esta situación nos afecta a toda la clase trabajadora en su conjunto y no solo excluye a este colectivo.
En pocos años ha calado un discurso transexcluyente dentro de un tipo de feminismo que ha creado un problema que no existía. En 2017 todos los sectores del feminismo estábamos contra los discursos de odio y prueba de ello fueron las manifestaciones contra el autobús naranja de Hazte oír que sacaron a la calle a cientos de personas en varios puntos del estado, entre ellos Valladolid. Pero en 2019, “de repente”, las personas trans pasaron a ser un problema.
¿Qué ha ocurrido?
Tal y como han explicado varias autoras, a raíz de las huelgas del 8M el feminismo más autónomo y de base sale a la calle y su discurso, hasta entonces “ignorado”, empieza a tomar fuerza. Esto supone una amenaza hacia un feminismo institucional muy asentado, así como un cuestionamiento hacia el orden social establecido. Por otra parte, las feministas históricas del PSOE tienen conflictos en su propio partido, lo que provoca que muchas pierdan cargos y, además, con el pacto del gobierno de coalición se quedan sin uno de sus bastiones, el Ministerio de Igualdad. Casualmente, este discurso transexcluyente, que nunca había tenido implantación en nuestro país, empieza a tener eco desde entonces y a calar entre varios sectores y feministas jóvenes que se identifican con el “feminismo radical”.
Con esto queremos decir que la socialdemocracia y el feminismo institucional en sus diferentes variantes están utilizando a las feministas para sus propias batallas de poder, marcando nuestra agenda. Es decir, nos dicen qué es lo prioritario en cada momento y desvían la atención y nuestras fuerzas de lo que verdaderamente debemos combatir o cambiar y que, por supuesto, va en contra de sus intereses. Lo más grave de todo esto es que están poniendo a las personas trans y disidentes de género en una situación de riesgo y vulnerabilidad y, por otro lado, desactivando a un movimiento como el feminista que empezaba a tener demasiada relevancia en las calles.
Estas corrientes que no dudan en tomar partes del ideario de la extrema derecha (la ideología de género, los lobbys, etc.), también utilizan sus formas de difusión: se valen de bulos, fake news y ataques directos para crear un nuevo enemigo, un nuevo ”otro”, que en este caso son las mujeres trans. Las personas trans no se encuentran en una situación privilegiada, sino todo lo contrario: son excluidas en un 80% del mercado laboral, tienen mayores tasas de suicidio ( en torno a un 50%), al menos 1 de cada 10 se ha visto obligada a vivir en algún momento en la calle, cada 48 horas una mujer trans es asesinada, y muchas veces esos feminicidios tienen además un componente racista y de clase.
Las mujeres trans, “la causa de todos nuestros males”
Algunos sectores de la izquierda ven en las personas trans un nuevo enemigo que poner en la diana, una moda más dentro de la “corriente de las identidades”, el nuevo “caballo de troya” del neoliberalismo. Dicen esto mientras tratan la explotación de clase como identidad más, cayendo en lo mismo que dicen criticar.
Estos sectores compran el discurso del actual feminismo tránsfobo. Mientras antes no cuestionaban la pertenencia de las personas trans al feminismo, ahora ponen todas sus fuerzas en intentar argumentar por qué este colectivo debe ser excluido. Utilizan argumentos biologicistas para definir lo que es o no ser mujer, declaran que las personas trans afianzan los roles y mandatos de género y que quieren borrar a las mujeres (tal y como han llamado a su campaña). De esta forma, cargan de una forma absurda sobre sus espaldas toda la responsabilidad de una opresión estructural y sistémica, de evidente recorrido histórico. Como si el género no fuera funcional al capitalismo, como si no funcionara de forma interrelacionada y como si fuera posible abolirlo dentro de este.
El debate para este feminismo solo se centra en la dualidad sexo – género y con esto plantean que el sexo masculino es una “clase” en sí misma. En otras palabras, que los hombres son los únicos responsables de la opresión de las mujeres. Por tanto, para ellas la igualdad de género es posible dentro del capitalismo. Como hemos comentado, valoramos que esta es la consecuencia de un análisis parcial. Si bien la opresión de género no es exclusiva del capitalismo, en la actualidad no podemos hacer un análisis que obvie su relación con este. Las condiciones precarias de algunos sectores de la sociedad (mujeres cis y trans, migrantes, etc.) permiten que las empresas o sectores de poder se beneficien aún más: nos pagan menos, nos vemos obligadas a aceptar peores condiciones laborales, recae en nosotras el peso de las tareas relacionadas con los cuidados, etc.
Nosotras, con las compañeras trans
No se puede apelar a la unidad desde posiciones excluyentes. Por tanto, una propuesta política y organizativa que no tenga en cuenta a las personas trans y al resto de colectivos oprimidos, nunca podrá superar el marco estructural que garantiza y legitima estas opresiones y las relaciones sociales capitalistas. Por tanto, no nos sirve y nunca será alternativa para nosotras.
Esta ofensiva antiderechos ha generado un clima cada vez más irrespirable y violento con bandos estancos y confrontados. Pero si algo tenemos claro y vamos a defender es que las personas trans no son discursos ni un fenómeno contemporáneo. Son realidad, forman parte de la diversidad humana y ante esto solo caben dos posiciones: o apostar por sus derechos y su dignidad o apelar al odio, la discriminación y el apartheid.
Nosotras defendemos a la clase obrera en toda su diversidad y, por eso, no toleramos ataques a los derechos de las personas trans, que son nuestras compañeras. Nuestra política siempre será señalar directamente a las causas de la explotación y las opresiones y luchar contra ellas.
¿Quiénes somos?
El Bloque Crítico Feminista es la unión de 3 organizaciones locales, CNT, Marabunta y CGT, que deciden aunar sus fuerzas a principios del 2022 con el objetivo de construir un frente común combativo, defendiendo el feminismo de clase, desde abajo y horizontal.