Es tan grande la confusión sobre el Mayo 68 que ya no nos extraña que uno de los artículos periodísticos más exactos en la descripción de lo sucedido en Francia en aquella fecha acaba de aparecer en ABC, ¡el periódico monárquico español!.
Por otra parte, el artículo es una basurilla cuyo única virtud estriba en que, repito, describe con bastante aproximación lo que realmente estuvo ocurriendo en la calle. Ello sería muy poco mérito en cualquier otro campo social pero es mucho en un terreno como el del 68 que, durante 40 años, ha sido sistemáticamente minado por los intelectuales de los Partidos Comunistas.
El articulista, JP Quiñonero, escribe algunas verdades como puños: aludiendo a los antecedentes teóricos previos al Mayo, asegura que no fueron demasiado importantes (en Francia, claro está) los movimientos norteamericanos pero que, desde luego, «quienes ejercían una influencia cultural muy honda eran la Internacional Situacionista y la leyenda de la CNT-FAI españolas. El primer comic de agitación política se llamaba «El retorno de la Columna Durruti« (todo sic). Puedo diferir en detalles pero concuerdo en los hechos básicos, especialmente en lo que atañe a los sindicatos anarquistas españoles.
En cuanto al Mayo propiamente dicho, el periodista monárquico admite que los intelectuales franceses, por muy izquierdistas que fueran, no se enteraron de lo realmente estaba pasando delante de sus narices. Ejemplo: «Sartre pidió entrevistarse con Cohn-Bendit para ´intentar comprender´. Pero no entendió nada». Por el contrario, el prefecto de Policía, «sabía perfectamente que no había ningún jefe». Este servidor de usté, que ni tuvo ni tiene la menor pretensión de entrar en la cabeza de ningún prefecto, opina por el contrario que, para un plumilla, es fácil decirlo ahora pero, en los hechos, Grimaud se preocupó mucho de detener a cuanto jefe imaginó, real o imaginario.
Continúa el artículo: «Ningún partido ni sindicato tradicional hubiera podido aspirar a lo que consiguieron varias bandas de estudiantes desorganizados y deslenguados: propagar la ´insurrección´, pidiendo y dando la palabra libremente». De acuerdo menos en lo de «desorganizados»; no estábamos desorganizados, lo que estábamos era organizados de otra manera y con otros objetivos –el de comer algo, lo que fuera, el primero-.
A cambio de decir verdades tan simples que –de no existir la grosera y continua manipulación de los Partidos Comunistas-, deberían parecer banalidades, poco después JP Quiñonero se despeña por el desatino absoluto. Será el peaje que tiene que pagar a sus amos o será de cosecha propia pero el caso es que se inventa un final merecedor de ser incluido en la más estricta y pequeña Antología del Dislate pues se atreve a concluir asegurando que ¡el neo-liberalismo es un invento del mayo 68!.
Para llegar a tan original conclusión, se apoya en una somera manipulación de dos nombres propios, Glucksman y Kouchner quienes, según el plumilla, fueron directores de la revista Action. Olvidemos que tal hecho es falso [los únicos nombres que aparecen en Action son los de Jean-Pierre Vigier, S. Bosc y el matrimonio Jallaud] pero recordemos que Action fue publicada por la JCR (troskista), y que sus 10 números (del 7 de mayo al 14 de julio) tuvieron menos enganche sesentayochista que otros panfletos hoy menos conocidos; por ejemplo, L´ Enragé (8 números realmente importantes) y Le Pavé (1 número). Pero al periodista algunos hechos le importan un rábano porque lo que el quiere es convencernos de que esa canallada de la «ingerencia humanitaria» y ese ridículo oximoron del «anarco-capitalismo» son los únicos frutos legítimos del 68.
Evidentemente, el neo-liberalismo extremo o libertarianismo es un engendro de cuatro orondos intelectuales que han sido (muy bien) pagados para propagar que el Estado debe olvidarse de su faceta redistributiva y, sobre todo, debe olvidarse de cobrar impuestos a los ricos. Es, simplemente, una manera que se pretende muy elegante de saquear los bienes comunes. Las teorías de Nozick, Walzer, von Mises, Hayek y demás purrela, las conspiraciones de la Mount Pelerin Society, las proclamas del Libertarian Party gringo, las novelotas de Ayn Rand y la demás basura publicada por esta banda de atracadores ventajistas, no merecen demasiado comentario. Salvo, quizá, que JL Zapatero las insinuó como semi-suyas (octubre del 2000, conferencia en el Club Siglo XXI) y que, hoy, cincuenta años después de que empezaran a difundirse, la derechona española las está repitiendo como lorito.
En cuanto a las diferencias entre libertarios –del 68 u otros- y libertarianos, son tan notorias que pueden resumirse en algunos chistes: «los anarquistas creen que la propiedad es un robo; los libertarianos creen que todo es propiedad», «los libertarianos van a la policía después de haber sido asaltados; los anarquistas son asaltados por la policía», «los libertarianos creen que el gobierno quiere quitarles las propiedades que poseen legalmente; los anarquistas creen que el gobierno defiende las propiedades que nadie posee legalmente», «los libertarianos piensan que los anarquistas son ingenuos y utópicos; a los anarquistas les importa un bledo lo que piensen los libertarianos».
En fin, ya sabíamos que, como todo fenómeno inédito, esto del 68 daba para todo tipo de fantasías pero lo de Quiñonero rompe todos los moldes. ¿A qué espera la Iglesia para pontificar que Jesús el Pobre, la Teología de la Liberación, su (autoproclamado) ecumenismo o cualquier otro de sus engendros doctrinales nació en el 68? Por si llega ese momento, recordemos siempre que las únicas barricadas que ha habido en Belén han sido las mahométicas –palestinas, para mas señas-.
* Artículo extraído del blog de Euclides Perdomo
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