No se trata de desaparecer y renunciar de repente al negocio… al contrario: se trata de ampliarlo. «Esta misma legislatura», según aseguran desde la organización que reúne a las grandes del sector, las ETT quieren pasar a mejor vida. Es decir, convertirse en agencias de empleo, como, de hecho, ya ocurre en toda Europa, excepto en cuatro países que todavía se resisten a abordar esta transición: Grecia, Luxemburgo, Noruega y España.
¿Y qué supone esto en la práctica? Que tal estatus les permitiría gestionar todo tipo de contratos, no sólo los de carácter temporal, y trabajar en sectores, hasta ahora vetados, como el de la construcción.
El cambio se cocinará con toda probabilidad, y según asegura el presidente de Agett, Francisco Aranda, en los próximos cuatro años. El sector «está maduro»: la ETT española actual «ya no es la de hace catorce años» y el concepto, agencia de empleo, «está madurado». «Sólo falta concretarlo».
Y en ello se está ahora. La mesa de Política Activa trabajará esta legislatura en un punto prometedor para el sector: el desarrollo de los intermediarios privados en el mercado de trabajo, algo que entronca directamente con la labor que llevan a cabo en estos momentos las ETT .
De hecho, el sector, como no podía ser de otra forma, es un firme defensor de las políticas activas de empleo frente a las pasivas. Aportan datos, además, que evidencian la brecha existente entre unas y otras, algo que, en opinión de estas empresas, «debe ser corregido».
Presupuesto y políticas
En 2008, el presupuesto del Servicio Público de Empleo (SPE) estatal es de 23.731 millones de euros; a políticas activas de empleo se le dedican 7.633 millones de euros, mientras que a las políticas pasivas de empleo, prestaciones, se las dota con 15.506 millones de euros.
En este punto hay que matizar que el presupuesto correspondiente a políticas pasivas constituye básicamente las prestaciones sociales por desempleo, mientras que en el capítulo de políticas activas cabe todo aquello que estimula la empleabilidad, es decir aquellas habilidades y formación que estimulan a la entrada en el mercado de trabajo. El dinero destinado a esta parte sólo representa un tercio de presupuesto total.
Y en este pastel, las ETT y sobre todo, su futura conversión en agencias de empleo piden sitio. Aseguran que se trata de un sector que ha desarrollado una capilaridad comparable, e incluso superior, a la del propio SPE (el antiguo Inem).
Las grandes empresas que forman parte del sector están en todas las comunidades autónomas y poseen más de 8.000 profesionales cuyo trabajo consiste en casar oferta y demanda de empleo.
Un argumento a favor de la transición a agencias de empleo es que «la experiencia europea ha demostrado que las ETT constituyen un elemento normalizador de la temporalidad y son un puente al empleo estable», según figura en un reciente documento sobre el mercado laboral en 2008 elaborado por Agett.
España y el trabajo temporal
En el mismo se indica que España es primer país en tasa de temporalidad del mercado laboral europeo, con un índice del 31,9 por ciento, muy superior a países de su entorno como Francia y Alemania, con porcentajes que rondan el 14 por ciento, Italia, con el 13 por ciento, e incluso Portugal, con el 22 por ciento. Por no hablar de Bélgica con una tasa muy baja del 8 por ciento, y Reino Unido que apenas tiene un 5 por ciento de contratos temporales.
Por el contrario, esta alta temporalidad en España no se ve acompañada de una flexibilidad en el mercado de trabajo. Nuestro país aparece en otra lista ocupando los primeros puestos, pero por la cola en cuanto a tasa de parcialidad. Somos los segundos, sólo superados por Grecia, en menor número de contratos a tiempo parcial que se suscriben: apenas un 11 por ciento, frente a países como Holanda, con un 46 por ciento, o Reino Unido y Alemania, con un 25 por ciento.
Y llegados a este punto cabe sacar a colación un término, acuñado por las instancias europeas y contemplado en la propia estrategia de Lisboa para mejorar la competitividad de Europa: flexiseguridad. Se trata de una política de empleo y protección social basada en tres pilares fundamentales: mayor facilidad para contratar y despedir trabajadores, mayor protección social para los desempleados y el establecimiento de un régimen de derechos y deberes para éstos. El primero que introdujo este sistema fue Dinamarca, a principios de los años 80. Este país tiene una de las tasas más bajas de temporalidad, del 8 por ciento.
Apoyo de la Unión Europea
Las ETT tienen un dato más que aportar en este debate: si pudieran intervenir en los sectores que ahora tienen vetados, es decir Administraciones Públicas y construcción, precisamente el que se encuentra en estos momentos en el ojo del huracán de la crisis, el sector podría crear 180.000 empleos netos en los próximos cinco años, de los cuales un 44 por ciento corresponderían a la construcción.
Y añaden que ya año a año se dedican a insertar a colectivos de difícil encaje en el mercado laboral. La cifra asciende a 800.000 contratos anuales, de los que el 70 por ciento pertenecen a ese segmento: jóvenes, mujeres y mayores de 45 años.
Finalmente, para pasar a esa mejor vida cuentan con el aval de la UE, en cuyo último consejo de ministros de Empleo se afirmó que las agencias de empleo son un factor clave para lograr la estrategia de Lisboa.
* Artículo extraído de El Economista
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