Sabíamos que no tendríamos el micrófono para poder participar en el acto de inhumación de quien militó en la CNT y la FAI, Emilio Pedrero, y eso nos parecía bien porque se nos dijo que solo intervendría la ARMH de Valladolid y los familiares de las víctimas que lo desearan.
Sabíamos que podíamos estar presentes con nuestras banderas y nuestras pancartas para homenajear a nuestro compañero torturado y asesinado en agosto de 1938 porque teníamos el beneplácito de la familia y el consentimiento, de palabra, del presidente de la ARMH que trasladó al sindicato la invitación para estar en el acto.
Pero nos encontramos con una ministra, un alcalde de Valladolid y un representante de la Junta de Castilla y León, rodeados de medios de comunicación, acaparando todo el protagonismo y ninguneando a las familias, pues los periodistas ni se acercaron a preguntarles.
Y, claro, protestamos. Hicimos oír nuestras quejas que eran también las quejas de muchos familiares. Hemos dicho al principio que estábamos de acuerdo con el silencio de las organizaciones donde militaron los asesinados porque el protagonismo debía ser de las familias. Pero no entendíamos el protagonismo que se estaba dando a unos políticos que nada tenían que ver con los muertos; que mantienen la laureada franquista en el escudo de la ciudad; que no ordenan retirar las placas de los golpistas en las fachadas de las iglesias, que siguen consintiendo nombres de franquistas en las calles de muchos pueblos de Valladolid; los que decían “para la memoria cero euros”; los de la nueva ley de concordia, esos que quieren “evitar un uso partidista de la historia”; los que, en definitiva descienden, al menos ideológicamente, de los asesinos golpistas.
Protestamos, cuando el evento aún no había comenzado, porque nos parecía una tomadura de pelo lo que estaba haciéndose con los familiares de nuestros asesinados. La rabia fue creciendo al ver el protagonismo que se le estaba dando al alcalde de Valladolid con quien tenemos solicitada una reunión desde enero de este año, para recuperar el espacio de memoria libertaria que teníamos en el cementerio y desapareció cuando se preparaba el terreno al inicio de las primeras excavaciones de la ARMH en las fosas del cementerio.
Los políticos, del PSOE y del PP, que nunca han hecho nada, o casi nada, por la memoria histórica estaban presentes en el evento. ¿A qué venían, a salir en la foto, a reírse de todas nosotras? ¿Qué pintaban allí?
Nos indignamos cuando, una vez comenzada la ceremonia el presidente de la ARMH nos afeó nuestra protesta por denunciar que se daba más protagonismo a los políticos que a las familias; cuando se hizo un panegírico dirigido a la Junta de Castilla y León lavándoles la cara en políticas de memoria e implorándoles que “revisen la futura ley de concordia”.
Todos sabemos cuales han sido esas políticas memorialistas: Fueron los últimos del Estado en hacer una ley (once años después de entrar en vigor la ley socialista de Zapatero). Hicieron un decreto que ni siquiera tiene rango de ley, sin ningún tipo de consenso, aunque lo podían haber buscado con las diferentes asociaciones, partidos y sindicatos, pero tenían la mayoría absoluta, para qué intentar el consenso. Algunas de las exhumaciones se intentaron boicotear, como la del pueblo de Villadangos del Páramo, donde el alcalde del PP puso todos los obstáculos. Las subvenciones aportadas para las exhumaciones, provenientes de la administración central, son controladas y distribuidas entre las asociaciones “oficiales” por la propia Junta que en realidad no pone ni un euro.
¿Todo esto es lo que tanto aplauden y les parece bien al presidente y miembros de la ARMH de Valladolid? ¿Esta es, según dijo textualmente el presidente de la ARMH de Valladolid, la “actuación digna” de la administración autonómica desde 2002?
Nos indignamos cuando se hizo referencia a la soledad de la ARMH y la poca o nada colaboración de otras asociaciones y organizaciones sindicales obviando que nuestra organización, la CNT, pequeña y sin subvenciones, mantiene a una persona voluntaria del sindicato colaborando en las excavaciones desde hace unos años.
Nos molestó el trato hacia las tres familias que fueron a recoger los restos de sus parientes asesinados. Tuvieron que desplazarse desde sus localidades por sus propios medios, en sus vehículos particulares y ni siquiera se tuvo la deferencia de invitarles al menos a la comida.
La ministra, el alcalde y la representante de la Junta tenían un espacio reservado para aparcar los coches oficiales que les llevaron. No sabemos si, también, fueron a comer todos juntos con el presidente de la ARMH de Valladolid.
Nuestra presencia en el encuentro fue digna, no interrumpimos la celebración, tan solo protestamos por el protagonismo que estaba dándose a quienes no debían estar allí presentes. Solo dimos, en el trascurso del acto, unos ¡Vivas! a la anarquía, al comunismo libertario y al compañero Emilio cuando la familia recogía sus restos.
Nos quedamos con la satisfacción de nuestro posicionamiento, nuestra rebeldía y el cariño hacia nosotras de la familia de Emilio. El sobrino nieto, Saturnino, no quiso devolvernos la bandera rojinegra con la que cubrimos los restos del compañero pues su deseo era enterrarle con ella en la fosa familiar de León. Por supuesto nosotras se la regalamos con todo nuestro afecto.
A Emilio, el médico del pueblo, la CNT y su familia, le harán próximamente un confederal homenaje en la ciudad de León donde esperamos que acudan compañeras libertarias de todas las tendencias.
¡VIVA LA CNT!
SALUD Y ANARQUÍA