Nunca antes desde la historia de esta llamada democracia la clase política se había enfrentado a unos/as ciudadanos/as y trabajadores/as (llamados electorado) tan poco identificados/as con sus programas políticos e incluso totalmente ajenos a sus promesas y mentiras.
En la Elecciones Generales de marzo de 2008 la abstención fue de un 26,15% y para el 22 de mayo se prevén resultados similares o mayores, una buena radiografía de la situación, a la que hay que añadir que las últimas encuestas del CIS, desde enero de 2011, nos presentan a la clase política y los políticos como la tercera preocupación de los/as ciudadanos/as, tras el paro y la crisis económica.
Actualmente tenemos que pagar con el dinero de nuestros impuestos a más de 78.000 cargos políticos (senadores, diputados, alcaldes, parlamentarios autonómicos y de la Unión Europea…) que nos cuestan alrededor de 720 millones de euros y lo que es más indignante aún, los partidos políticos tienen una deuda con la Banca que asciende a 150 millones de euros, el mismo sistema financiero que sólo en 2010 ejecutó más de 100.000 embargos a trabajadores/as que no pueden hacer frente a las hipotecas y han perdido su vivienda.
Por cada voto y cada ciudadano/a con derecho a voto, más el porcentaje en los resultados electorales, los partidos políticos cobrarán entre 0,74€ y 1,31€ por habitante, dependiendo la comunicad autónoma. Y las cifras podríamos seguir aumentándolas, si tuviéramos en cuenta los sueldos de todos/as los/as concejales, los cargos de confianza y toda la élite del cuerpo asesor de los gobiernos autonómicos y central.
En torno a 1.000 políticos imputados, de los cuales 80 se presentan como candidatos en las listas de sus respectivos partidos a estas elecciones del 22 de mayo y casos como el Gürtel, Brugal y Malaya parecen no ser suficiente motivo para no integrar las listas. Tráfico de influencias, sobornos, especulación urbanística, cohecho, prevaricación son palabras que ya no pertenecen al imaginario colectivo, sino sinónimos directos de la clase política.
Con todo esto, no debe ser fácil hacer un acto de fe y acudir a las urnas ya que son suficientes motivos para no participar de este llamado ejercicio democrático al que nos recuerdan tenemos que acudir. Votar cada cuatro años es un acto de irresponsabilidad colectiva, votar no es participar ni decidir.
El sistema político, el parlamentarismo no deja de ser un régimen al que podemos denominar como dictadura constitucional, porque al fin y al cabo esos/as supuestos/as candidatos/as que nos quieren representar no son más que los portavoces públicos del Estado. Y el Estado no se articula por medio de los partidos políticos y su representación en la Cámara de turno, sino por una élite compuesta por altos funcionarios integrantes de diferentes cuerpos técnicos del Estado, asesores de las multinacionales y grandes empresas de este país, la banca y también la élite que dirige el ejército. Aquí están quienes realmente toman las decisiones que marcan y condicionan nuestra vida y nuestro futuro. El Parlamento es sólo un efecto óptico que nos produce la sensación de ser el espacio donde se toman las decisiones y legitima así, la sensación de representación.
Articulemos la abstención hacia la toma de conciencia y de decisión
El gran problema que tenemos los/as trabajadores/as entre otros muchos, es que no añadimos elementos alternativos al sistema en el que ya no creemos y por ello, aunque no vayamos a votarles y cada vez seamos más los cientos de miles que practicamos las abstención, de nada sirve si no transformamos nuestra indiferencia y rechazo a la clase política y al poder en estrategias constructivas para resolver los problemas.
Todas las personas tenemos la capacidad de actuar por nosotros/as mismos/as: si somos capaces de sostener con nuestra fuerza de trabajo y nuestra obediencia un sistema en el cual siempre somos nosotros/as los/as perjudicados/as, cómo no vamos a tener la capacidad de invertir ese orden y ponernos a trabajar colectivamente y entre iguales, para construir un presente y un futuro acorde a la dignidad que nos están arrebatando.
Ante el paro, la falta de vivienda, el cada vez más difícil acceso a nuestras necesidades básicas, los recortes sociales de toda índole como en la sanidad y la educación y la falta de recursos sociales en general que garantizan la igualdad de oportunidades y derechos, la CNT propugna la asociación de todos/as los/as trabajadores/as en la práctica de un sindicalismo basado y construido en la igualdad, en la participación, la autogestión, en el rechazo y la ausencia de líderes y liberados/as y con una herramienta de acción más solida; la solidaridad y el mutuo apoyo.
Proponemos la construcción de modelos organizativos basados en todos estos aspectos para trasladarlos a los diferentes problemas que hoy tenemos que afrontar.
Somos conscientes de nuestras capacidades y por ello estamos convencidos/as que podemos luchar, a la par que construir paralelamente, una sociedad que suplante el delegacionismo, por la participación e implicación de todos/as en los problemas colectivos.
Organízate en el Sindicato, constituye asambleas y redes colectivas con tus vecinos/as y/o compañeros/as de estudios, construye formulas de trabajo cooperativo e igualitario para combatir el paro; pero ante todo, empieza por dejar a un lado tu indiferencia, toma conciencia y recuerda: Ni les necesitamos, ni nos representan… El 22 de mayo ¡abstención y lucha!
Secretaría de Acción Social del SP del Comité Confederal, CNT-AIT