Por falta de espacio no tenemos la intención en estas líneas de hacer un análisis concienzudo de los factores de la crisis económica que nos asola y de sus consecuencias.
Tan sólo queremos hacer un repaso a ciertos temas. Vivimos tiempos difíciles para la clase obrera. El sistema capitalista sufre una de sus ya frecuentes crisis cíclicas, pero ésta es diferente y tiene factores agravantes, al combinarse una crisis del motor económico que afecta directamente a la economía doméstica con una crisis del sistema financiero. A esto debemos sumarle una crisis energética que presenta dos factores como son la ya advertida esquilmación de los recursos naturales y el proceso lógico de especulación de unos recursos que se prevén escasos.
La situación de nuestro país es, si cabe, bastante difícil debido al desplome del segundo sector económico más importante como es el negocio de la vivienda. Desplome éste, que aunque ampliamente anticipado y advertido ha pillado a nuestra economía nacional como suele decirse popularmente “en bragas”.
Hace tiempo que se están retomando formas de explotación decimonónicas y ya casi olvidadas (aumento de los casos de acoso laboral, despidos arbitrarios, aumento de la jornada laboral, rebaja de sueldos, sangría espectacular en los accidentes laborales, represión sindical, etc.) pero por la parte empresarial se sigue insistiendo en la flexibilización del mercado laboral y en la contención salarial. El efecto de esta doctrina se está viendo reflejado en la continua pérdida de derechos en el plano legal y jurídico. Pero más grave aún es la situación real que se vive en el día a día, en donde ni siquiera esos mínimos derechos se ven cumplidos en la mayoría de los casos. A su vez, como proceso lógico de la crisis, las formas de explotación se están recrudeciendo aprovechando como excusa este periodo de recesión económica.
Más de uno se ha creído la milonga de la globalización bajo un falso internacionalismo, se dijo que la globalización iba a traer la igualdad del tercer mundo con el nuestro, pero lo que no dijeron es que esa igualdad iba a ser a la inversa, es decir, la clase obrera del mundo occidental está viendo rebajados sus derechos para evitar en lo posible las deslocalizaciones de empresas y competir con la mano de obra barata y casi esclava del tercer mundo. Por lo tanto, esto nos está haciendo ser más esclavos a nosotros mismos, en donde se nos exige estar trabajando más tiempo por menos dinero.
Podríamos decir, que estos años han estado marcados por una amplia ofensiva del capital, porque desgraciadamente hoy en día el capital no encuentra una resistencia lo suficientemente fuerte y organizada para poder hacerle frente. El individualismo exacerbado y el descrédito del movimiento sindical, propiciado por los sindicatos reformistas, han ocasionado, entre otros factores, el hundimiento del movimiento obrero. Por lo tanto, el capital burgués con sus democracias modernas campa a sus anchas, donde el ser humano se convierte en una mercancía más sujeta a las leyes del mercado y a los intereses del capital al que sirve.
Pero no podemos caer en el desaliento y en el pesimismo. Hay mucho por hacer y empezar a trabajar desde abajo. A pesar del mar de siglas en el movimiento sindical, CNT sigue siendo el único sindicato que plantea un modelo sindical diferente y una alternativa al capitalismo. Decíamos antes que hay que empezar a trabajar de cero, esa es la verdad. Dejemos de mirar el pasado glorioso, de gestas heroicas, de conquista de derechos bañados con sangre. Utilicemos la historia como aprendizaje de nuestros pasos en el presente. Estamos viviendo un resurgir del anarcosindicalismo en nuestro país. Un resurgir lento pero firme, haciendo frente a los problemas planteados, vengan de donde vengan. Los hombres y mujeres que hoy en día militamos en CNT hemos aprendido a perder el miedo a la lucha por nuestros derechos, a pesar de ser, sin lugar a dudas, el sindicato con mayor número de represiones tanto desde el sector empresarial como del estatal. Si nos reprimen es porque nosotros también les hacemos daño. Guardamos con celo nuestra independencia, no debemos favores a nadie y eso nos hace libres.
Es nuestro deber intentar reconstruir, casi desde sus cenizas, al movimiento sindical, despojándolo de los vividores, ser ejemplo de entereza y de dignidad incluso en las derrotas. No es momento de teorizar y sí es el momento de que cada uno de nosotros ponga de su parte todo el trabajo posible en dicha reconstrucción. Pero en esta tarea no podemos estar solos, tenemos que salir a la calle junto a anarquistas, comunistas, cristianos, musulmanes, en definitiva, junto a todos aquellos trabajadores que quieran luchar y ser en las luchas donde dar el ejemplo de cómo trabaja el anarcosindicalismo. También te hacemos un llamamiento a ti, lector de estas letras, tú también eres necesario y serás bien recibido en la CNT, porque nosotros no somos nada especial, somos trabajadores y ciudadanos como tú, que tiene los mismos problemas que tú, pero que un día decidimos que desde nuestra atalaya del hogar no íbamos a mejorar nada, y que tan sólo con la solidaridad y apoyo mutuo del resto de compañeros veíamos la posibilidad de cambiar las cosas y de afrontar los problemas que nos asolan.
La revolución no la vamos a hacer mañana, pero evitar un despido, conseguir una readmisión, presentar conflictos colectivos para mejoras en nuestro trabajo, etc. esto sí que podemos hacerlo hoy. Este es el trabajo que ahora comienza a dar sus frutos.Este es el trabajo que hará tener al resto de la clase trabajadora más confianza en nosotros y en ellos mismos.
Eso sí, avisamos con antelación, si acaso tu vienes a CNT para conseguir liberarte del trabajo, para pillar un puestecito respetable en cualquier administración, para medrar en tu empresa, entonces creo que lo llevas “clarito” y te has equivocado de sitio, para eso ya hay unos sindicatos y partidos que hacen esa labor, mejor te afilias allí.