El pasado día 9 de mayo, el Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, junto con los secretarios generales de CCOO, José María Fidalgo, y de UGT, Cándido Méndez,así como de los presidentes de CEOE, José María Cuevas, y de CEPYME, Jesús Bárcenas, firmaron el “Acuerdo para la mejora del crecimiento y el empleo”.
Según el Gobierno «con el objetivo primordial de reducir la contratación temporal, impulsar la creación de más y mejor empleo, incrementar la productividad y mejorar la protección de los trabajadores«. Cosas estas muy necesarias pero en las que se podía haber avanzado mucho, simplemente, cumpliendo la ley. Porque el Estatuto de los Trabajadores y los Convenios se incumplen sistemáticamente por parte de los empresarios con el consentimiento de las autoridades laborales. Eso es algo sabido.
La presente reforma poco aporta de nuevo y solo profundiza en la línea del Acuerdo para fomentar la estabilidad de la reforma de 1997.
A grandes rasgos podemos destacar las siguientes medidas:
Abarata el despido (aún más).
Concede más bonificaciones a los empresarios.
Concede más exenciones en las cuotas a los empresarios.
Reduce la cotización empresarial al FOGASA.
Reduce las cotizaciones al desempleo.
Las consecuencias, a parte de la pérdida de derechos y de calidad en el empleo, las han calculado ya los medios de comunicación generalistas, estimando el beneficio (ahorro) para los empresarios en 4000-5000 millones de euros anuales, lo que supone un transvase de alrededor de 800.000 millones de las antiguas pesetas anuales de las rentas del trabajo a las empresariales.
Nos dicen que potenciar la actividad empresarial flexibilizando las relaciones laborales es bueno, porque los empresarios crean riqueza y sobre todo porque «crean empleo«. El objetivo fundamental de la actividad empresarial en una economía de mercado es obtener beneficios económicos, no generar empleo. Si una empresa puede ganar más recortando puestos de trabajo, lo hará. No hay que olvidarse de esta realidad.
Tenemos que recuperar la confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad de cambiar las cosas. Hoy más que nunca hay que estar organizado.