Ya se ha hecho efectiva la investidura de Mañueco con el apoyo de Vox, que entrará a formar parte del Gobierno de Castilla y León. El fascismo rancio vuelve a formar parte de las instituciones de la mano del PP (no, no nos engañáis, vosotros también lo sois), pero con una voz hoy mucho más amplificada, gracias a, entre otros, los medios de comunicación que por aumentar sus audiencias han dedicado horas y horas a escuchar a estos energúmenos fascistas, promocionando sus simplistas ideas del mundo.
No solo nos preocupa que la ultraderecha tenga tres carteras de Gobierno: Agricultura y Ganadería, Industria y Empleo y Cultura y Turismo; desde hace varias semanas su discurso ya empieza a ser adoptado por los dirigentes del Partido Popular. El caso más sangrante es el de la violencia machista, un campo en el que pretenden dar la batalla al feminismo con la aprobación de una ley contra la “violencia intrafamiliar” que no tiene otro objetivo que negar e invisibilizar la violencia específica contra las mujeres.
Hay que destacar que cuando niegan la violencia machista, niegan que cada año casi un centenar de mujeres son asesinadas por el hecho de serlo, así como niños y niñas son asesinados para dañar a sus madres. Niegan que en el estado español se han denunciado más de 1.500 violaciones el pasado año, sin contar a todas las víctimas que no denuncian. Niegan la violencia psicológica, los abusos, la discriminación y la desigualdad. Y negar esta situación es el primer paso para ser cómplice de esta violencia y para conseguir perpetuarla.
Aunque no nos sorprende, hay que destacar cómo el Partido Popular ha pasado de plantear en 2021 la aprobación de una nueva Ley de Violencia de Género regional, con avances como la inclusión de la violencia vicaria como un tipo de violencia machista a ceder rápidamente en su discurso solo por mantener sus sillones. Pero no nos sorprende porque la crisis política ha hecho que el bipartidismo se tambalee y que el PP necesite mantener su cuota de poder a cambio de renunciar a los consensos que en las últimas décadas ha conseguido la lucha feminista organizada y que, como vemos, no son inalterables y están en peligro. Esto además ha sido posible porque tanto los partidos políticos parlamentarios como los medios de comunicación han aceptado y dado voz a los planteamientos de la ultraderecha en “prime time”.
La ultraderecha se presenta ante el electorado como una opción transgresora e incluso como antisistema, que combate lo que ellos llaman lo “políticamente correcto”. Pero sabemos bien que son una parte bien ensamblada del sistema que busca apuntalar el patriarcado y el capitalismo neoliberal. A través de esta “batalla cultural” buscan destruir los avances conseguidos en la lucha popular para devolver la posición de poder a sectores reaccionarios, como la Iglesia Católica. El objetivo último es mantener y devolver a las mujeres al espacio privado y a una situación de subordinación para sacar mayores beneficios económicos y, además, dificultar la organización política de las mujeres trabajadoras y, como consecuencia, de las clases populares.
Para las feministas y el colectivo LGTBI este tipo de amenazas a los derechos conquistados por las mujeres trabajadoras en las calles no son nuevas. Cuando Vox no existía y sus miembros formaban la parte más reaccionaria del Partido Popular o se organizaban en asociaciones como Hazte Oír, vivimos ataques a derechos como el aborto, el matrimonio homosexual o el avance de la educación afectivo-sexual.
Los fascistas siempre han estado ahí y a nosotras siempre nos han tenido enfrente. No tenemos miedo, no nos vais a callar. Ya tumbamos la reforma de la ley del aborto de Gallardón, consiguiendo su dimisión. Apoyamos la ley de matrimonio homosexual y plantamos cara a Rouco y sus acólitos cuando salían todos los domingos a decir que “una pera es una pera y una manzana una manzana”. Ya conseguimos revocar el decreto que impedía a los mal llamados “sin papeles” la asistencia sanitaria y apoyamos a las médicas y médicos que desobedecieron la ley.
No vamos a dar ni un solo paso atrás.
Saldremos a la calle juntas. No os vamos a dar ni un minuto de tregua. Por cada uno de vuestros ataques nosotras gritaremos más fuerte, porque:
- NO vamos a aceptar ni un paso atrás en nuestros derechos, porque las leyes contra la violencia de género, aunque insuficientes, son un mínimo mecanismo que asegura la asistencia a víctimas. Aceptar el planteamiento de retirarla significaría un auténtico retroceso en los derechos de las mujeres.
- NO vamos a permitir ni un paso atrás en los derechos de las mujeres trabajadoras y del colectivo LGTB.
- NO permitiremos ninguna medida como el pin parental que pretende censurar a los docentes y llevar la ideología reaccionaria a la escuela.
- Tampoco dejaremos entrar al revisionismo histórico que pretende negar la represión y los crímenes franquistas.
- Combatiremos SIEMPRE las políticas racistas que pretendan criminalizar a las personas migrantes.
La lucha siempre ha estado, está y estará en las calles, gobierne quien gobierne.
Aquí estamos feministas, antifascistas, activistas LGTBIQ+, colectivos de defensa de migrantes, oenegés y muchas más, para deciros que ese frente popular que creíais debilitado o muerto, siempre ha estado en pie y está más vivo que nunca.
Contra la reacción, ¡ni un paso atrás! ¡Valladolid ANTIFASCISTA!
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