Suena el despertador, me levanto, tomo una ducha, como algo rápido, me visto y salgo por la puerta… Espera, ¿Lo llevas todo? Me pregunto. Primer día en una nueva residencia. Al menos espero que esta vez me traten mejor porque en mi anterior puesto de trabajo se deshicieron de mí como quien tira la basura, silencioso en la noche, a última hora y sin avisar. Eso sí, después de haber recogido todo su desorden y devuelto, junto con otrxs compas, la estabilidad al lugar.
Yo, prefiero dignidad a aplausos, soy enfermerx y hago mi trabajo, igual que quien pasa la fregona, moviliza personas o realiza higienes. Igual de respeto, igual de dignidad. NO es posible funcionar sin el trabajo en grupo y en coordinación. Escribo desde la reflexión del que ha sido usado y tirado como tantxs otrxs trabajadorxs.
Cada día vuelvo a mi casa con la cara lesionada y el cuerpo deshidratado por las EPIs, intentando recordar si he dejado todo bien atado, con la aceleración aún en mis venas y en mi corazón, con ganas de tan solo dejarme caer en la cama.
Pero aún NO… Ya lo sé. Tengo que ir directx a la ducha sin tocar nada aunque no me quede fuerza ni para abrir el grifo. Y es cuando el agua fluye, después de batallar para cuidar de nuestrxs mayores, llegando a duras penas a hacer lo esencial por la escasez de personal y las ratios abusivas, cuando me vuelvo a preguntar:
¿Por qué?
Por ellxs, por nuestrxs mayores. Por su dignidad y cuidado. SE LO MERECEN.
Con la soga al cuello
La actual pandemia generada por el Sars-Covid 19 no ha hecho sino romper la estrecha soga en la que se sostenía la atención sociosanitaria de gran parte de los centros de mayores, generalmente privados. Evidentemente, no sería justo medir la atención realizada por estas instituciones desde la lupa temporal del estado de alarma y el confinamiento. No obstante, esta situación se ha agravado debido a la escasez de recursos materiales y humanos que ya se venía denunciando desde hace años por colectivos en defensa de la sanidad pública.
En muchas ocasiones los equipos de protección individual (EPI) y las medidas de gestión de la infraestructura para detener o, al menos, ralentizar el contagio se han instaurado demasiado tarde. Estas acciones, pudiendo haber sido preventivas, han terminado siendo puramente correctivas en su intento de abarcar una situación ya desbordada. Como resultado de esta gestión quedaron infectados altos porcentajes de residentes (personas mayores institucionalizadas), así como gran parte del personal sanitario y no sanitario habitual.
En muchas residencias de la tercera edad esta situación ha desembocado en la falta de profesionales de la enfermería durante días e incluso semanas, generándose un deterior crítico de los cuidados básicos, curas, administración de medicación y organización de material sanitario.
“En muchas residencias de la tercera edad esta situación ha desembocado en la falta de profesionales de la enfermería durante días e incluso semanas”
No menos destacable ha sido la escasez de recursos humanos, lo que ha llevado a muchas residencias a demandar personal auxiliar que, aunque han puesto su empeño y dedicación para paliar la situación, carecen de experiencia y formación suficiente para abordar esta realidad en un ámbito tan complejo como es la atención sociosanitaria a las personas mayores. En múltiples ocasiones el personal auxiliar se ha visto obligado a realizar tareas sin que sean de su competencia, lo cual puede comprometer tanto a la salud de las personas residentes como al desamparo legal de la persona trabajadora en caso de demanda judicial.
Una difícil situación para el personal sanitario
Ana trabaja como enfermera en una residencia de mayores y desde que empezó esta situación pandémica, ha sufrido una considerable carga de trabajo que la ha llevado hasta el punto de tener que hacerse cargo ella sola de hasta cien residentes. Como Ana, hay mucho personal sanitario sufriendo esta situación que llega a rozar lo negligente y no debería tener cabida desde una óptica del cuidado integral de la enfermería.
En Castilla y León se aplica un modelo de cuidados en el ámbito hospitalario que bebe de la teoría de las necesidades de Virginia Henderson y que tiene como fin crear un plan de cuidados integral e individualizado. Este modelo, aplicado a las instituciones para la tercera edad, se integra en el plan de cuidado de la Junta llamado “En mi casa” y que en resumen pretende optimizar el cuidado individualizado y el empoderamiento de las personas mayores. Durante esta situación pandémica el personal sanitario está haciendo un esfuerzo considerable para dar el mejor cuidado a las personas ancianas al mismo tiempo que batallan contra las malas condiciones laborales con las que se encuentran.
La situación laboral del personal sanitario se hace incompatible con los modelos de cuidado que la Junta está reclamando, y prueba de ello lo recoge el Decreto 14/2017 del 27 de Julio, el cual aplica una ratio de 0,202 para el personal de atención directa (gerocultoras) y de 0,046 para personal técnico (enfermería, fisioterapeuta, medicina, educación social, nutrición, terapia ocupacional o psicología). Esto carece de toda lógica asistencial y repercute negativamente tanto en la atención realizada como en la propia salud de las personas trabajadoras.
Cabe destacar la precariedad laboral y el escaso reconocimiento social del personal sanitario, un sector formado mayoritariamente (cerca del 90%) por mujeres. Según la Tabla Salarial de 2019 el sueldo de los TCAE es de 997.16€ brutos, enfermería 1347.42€ y medicina 1539.92€, unas cifras que difieren en distancias astronómicas a las de sus coetáneos en el ámbito de la sanidad pública. Y todo esto se ve agravado por la inclusión de medias jornadas para cubrir únicamente los momentos de mayor actividad.
“Durante esta situación pandémica el personal sanitario está haciendo un esfuerzo considerable para dar el mejor cuidado a las personas ancianas al mismo tiempo que batallan contra las malas condiciones laborales con las que se encuentran”
La situación laboral descrita anteriormente conlleva consecuencias funestas tanto para la salud de las personas residentes como para el personal laboral que cifra sus problemas en: “un 80% manifiesta dolor de forma habitual y tres de cada cuatro asegura que toma medicación para paliarlo. Refiriendo además que sienten presión, cansancio, bajo reconocimiento profesional” según afirma la portavoz de dependencia de UGT en una entrevista realizada por el país en Noviembre de 2019.
Por nuestra dignidad laboral, por nuestrxs mayores
Nos encontramos una vez más al borde del precipicio a causa de la precariedad laboral y el abuso a lxs trabajadorxs. Algunas compañeras como es el caso del Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía ya no pudieron más y denunciaron la falta de recursos materiales y de personal en sus empresas, siendo cruelmente despedidas por ello. Pero no, no tenemos que ceder ante la estrategia del miedo.
Tenemos que usar nuestras mejores armas; la solidaridad, el apoyo mutuo y la organización. El único camino para mejorar la atención a las personas ancianas es acabar con la precariedad laboral. Y el único camino para acabar con la precariedad es la organización obrera.
Por la dignidad y el cuidado de nuestrxs mayores,
Por nuestra dignidad laboral,
¡Pasemos a la acción!
Unx enfermerx de CNT Valladolid
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