El arzobispado de Valladolid impulsa un aparcamiento subterráneo y un edificio de cinco plantas en unos terrenos calificados para usos deportivos.
Un nuevo ‘presunto’ pelotazo urbanístico se ha perpetrado en Valladolid, y tiene como protagonista al arzobispo de la ciudad, Braulio Rodríguez Plaza, quien antes de recalar en Valladolid dirigió el obispado de Salamanca y allí ya dio buena prueba de su interés por los temas terrenales.
Se trata de un aparcamiento subterráneo de 30.000 m2 y próximamente un edificio de 50.000 m2 sobre él, pues se han dejado ya preparados los pilares para su construcción, ambos ubicados en la zona deportiva que rodea al seminario, propiedad del arzobispado, que es quien ha promovido la operación. Esa zona está considerada en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Valladolid como de uso deportivo. El proyecto ha llevado a mejor vida un campo de fútbol y unas pistas de atletismo con 1.500 m2 de edificabilidad vinculada a dicho uso deportivo. Esta edificabilidad corresponde además a otra parcela distinta a la que ahora alberga al aparcamiento.
La vulneración del PGOU ha sido denunciada desde el principio por la Asociación de Vecinos de La Rondilla, que ha calificado la operación de “especulativa e inmoral” y ha denunciado la “necesaria connivencia del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva”. El aparcamiento, situado en un barrio obrero, tiene cerca de 900 plazas de garaje, vendidas a un precio de 27.600 euros si se paga al contado y 32.500 si se aplaza el pago. Beneficio para el cepillo: 18 millones de euros. Pero ese beneficio puede incrementarse en nada menos que otros 50 millones de euros con el edificio de cinco plantas que el propio rector del seminario ha reconocido se pretende construir encima del aparcamiento.
La duda salta enseguida: si se ha construido en el subsuelo y también sobre rasante, ¿de quién es el suelo, de los de arriba o de los de abajo? Los compradores de las plazas de garaje (que cuando las han comprado no han sido informados de la intención de construir encima) no sabrán si la parcela en la que se asienta el aparcamiento es suya o no, y los futuros compradores de los pisos tendrán la misma duda ya que el edificio se construirá sobre un subsuelo que ya está vendido. Por todo ello, ¿qué derechos y qué cargas tendrá cada uno?
Y todo ello en un lugar que carece legalmente de edificabilidad, aunque se presume que si el actual alcalde, del PP, es reelegido habrá un pacto con el arzobispado para modificar en ese sentido el PGOU. La irregularidad urbanística no es la única, ya que a ella se une el desaguisado paisajístico. El seminario se encuentra en la ribera del río Pisuerga, un paraje en el que el Ayuntamiento de Valladolid realizó hace una década una gran inversión en equipamientos y zona de recreo, y que ahora vuelve a colmarse de hormigón con el aparcamiento y los ocho casetones que lo adornan. Este aparcamiento subterráneo no es ni mucho menos el único que en los últimos meses se ha acometido en Valladolid. Especial relevancia tiene lo ocurrido con el de la Plaza de Portugalete, cuya construcción se encuentra paralizada por orden judicial tras las denuncias por parte de IU, la Federación de Asociaciones de Vecinos y Ecologistas en Acción, ya que tanto el PGOU como el Plan de Movilidad Urbana de Valladolid expresan la imposibilidad de que en este lugar se ubique un aparcamiento. Además concurren motivos arqueológicos (la presencia de bóvedas del río Esgueva, de gran valor, pues forman parte del proyecto de ingeniería hidráulica más importante efectuado en Valladolid en todas su historia) y de seguridad al temerse que las obras afecten al curso del río.
Extraido de Periodico «Diagonal»