Valladolid forma parte, desde 2015, de esas ciudades de las Españas en que se ha dado «el cambio» por la vía electoral. El cambio por vía electoral que sabemos farsa tras farsa que en el mejor de los casos es maquillaje: fotos con banderas de colores, fotos con pancartas, twitts con gancho, titulares y titulares…
Tenemos en esta ciudad un alcalde que se cree Margaret Thatcher enfrentándose a sus propios mineros: los trabajadores de AUVASA. Oscar Puente ha saltado al espectáculo político nacional por ser el escudero del re-re-re-nuevo PSOE mientras que en Valladolid nos da dos tazas de lo mismo que hemos visto años y años. El conflicto de AUVASA es la viva prueba de la mediocridad política de «el cambio» y otra confirmación de la limitación de las instituciones. Los mismos que hacen declaraciones grandilocuentes contra el gobierno del PP y la austeridad son el brazo ejecutor de la misma a costa de los derechos de los trabajadores. Para quién no esté al tanto de los conflictos de provincias la cosa es como sigue: para permitir el descanso de media hora en las jornadas completas de los conductores hay dos opciones, o contratar a más trabajadores o imponer la jornada partida en el convenio colectivo. Pues el Ayuntamiento, encabezado por el Charlatán de Hierro, lo tiene claro.
Sabemos que esto no es algo singular de Valladolid. El conflicto del Metro de Barcelona con el Ayuntamiento de la ciudad o el total desamparo del Ayuntamiento de Madrid a las plantillas de las subcontratas siguen el mismo patrón. Al final, los ayuntamientos «del cambio» no son más que los capataces del gobierno de la austeridad para aplicar los planes de ajuste, las contrarreformas y los recortes sobre las espaldas de nuestra clase.
Pero si el signo de los tiempos son una combinación de recortes de derechos y represión, estos Ayuntamientos también hacen sus deberes en la faceta represiva. Volviendo a nuestro ámbito local, pronto un pleno del ayuntamiento votará una «Ordenanza Mordaza«, la Ordenanza Antisocial del PP con una fina capa de maquillaje. Lo que significa que, por ejercer la libertad sindical, seguirán acosándonos con multas que superan el salario medio de cualquier trabajadora .
Esta ciudad necesita una oposición ante el gobierno municipal y sus políticas títeres, antiobreras y represivas. Por descontado que esa oposición no puede hacerla el partido de la mafia y la corrupción, inmerso en los casos de prevaricación por el no-soterramiento y de corrupción por la trama eólica. Tampoco cabe esperar nada de otra hornada de oportunistas que quiera acceder al Ayuntamiento a «gestionar mejor». La oposición que necesitamos es la que sólo podemos ejercer desde los barrios y los centros de trabajo, la oposición que podemos hacer desde la organización popular mediante nuestras herramientas: la movilización, la huelga y la expropiación.
Para eso y más, #CuentaConCNT
Las fotografías que ilustran este editorial y que no vienen de CNT son obra de profesionales de Tribuna de Valladolid, El Norte de Castilla y últimoCero
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