C. Carretero. Crítica completa en Bicel nº16 (boletín de la FAL)
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¿En qué consiste pues el sindicalismo de Estado? A Fernando Ventura le lleva más de quinientas páginas analizar sus luces y sus sombras. Si tuviéramos que describirlo en una frase breve habríamos de definirlo como una herramienta del capitalismo para la introducción de su ideología dentro de la clase obrera, para reconducir el inconformismo y la rebeldía de los trabajadores haciéndolos inservibles para la transformación del sistema, y conseguir de ese modo su autoperpetuación; es decir, el sindicalismo de Estado es el garante inadvertido de la dominación burguesa y de la reproducción del capitalismo.
Decíamos que el libro no es en absoluto un tocho inaguantable. Si algo lo caracteriza es el humor; un humor corrosivo y resignado en ciertos casos; impotente ante el desvarío de esos «sindicalistas» empeñados en el juego idiota de intentar arañar unos cuantos votos más en unas elecciones sindicales que decidirán su futuro de «gestores» de unos intereses que ya no son los suyos, pues dejaron de serlo en el momento en que se comprometieron a formar parte de la farsa. Gane quien gane el resultado será irrelevante para el sistema, que ya ha delimitado lo que les permite hacer, y hasta donde pueden llegar. En cualquier caso, nada que le afecte lo mas mínimo.
¿Pero quiénes forman parte del sindicalismo de Estado? Los nombres, mejor dicho, las siglas están en la mente de todos. No solo las «grandes empresas sindicales», CC. OO. y UGT, sino también toda aquella pléyade de pequeñas organizaciones corporativas, de empresa, gremiales, amarillas, etc., y… CGT.[…]
Tan divertido es el libro que a veces nos preguntamos si no estamos ante un vodevil, ante un sainete. Tan cómicos, disparatados, ridículos, patéticos, son los acontecimientos que se van describiendo a lo largo del libro. Tan absurdos nos parecen sus personajes que muchas veces hemos de preguntarnos ¿esto es real o estamos ante una farsa? Desgraciadamente todos hemos conocido algún ejemplo de la vida real que puede compararse e incluso superar este cúmulo de despropósitos; lo que nos hace preguntarnos sobre la capacidad del ser humano para autoanalizarse, para hacer balance de sí mismo, y tratar de entender que está haciendo en la vida.
El libro se divide en tres partes claramente diferenciadas. En la primera parte se proporcionan las herramientas teóricas. A continuación se aplican éstas para a través del hecho concreto de unas elecciones sindicales en un hospital sevillano, darnos una descripción del sindicalismo de Estado en una de sus facetas; y en la tercera, y última, se realizan una serie de entrevistas a ciertos «elementos sindicales» que nos darán cuenta de sus motivaciones, de su justificación para hacer lo que hacen, de su análisis de la sociedad en la que están inmersos, de su personalidad y trayectoria ideológicas, de su historia, etc.
El libro de Fernando Ventura no aporta salidas, es tan solo una crítica, un análisis.
¿O acaso son una salida las pinceladas sobre Coria del Río? Porque digámoslo ya, tras más de quinientas páginas de los absurdos despropósitos, que conforman la realidad cotidiana de esos «sindicalistas», Fernando Ventura, en seis páginas escasas, como al paso, deja caer una «entrevista» diferente. Un viejo militante anarcosindicalista, José Palacios Rojas, nos narra también sus motivaciones, su justificación, su análisis de la sociedad, su trayectoria ideológica, su historia… Nos da cuenta de lo que fue la CNT en la Coria del Río anterior al 36. Esta entrevista nos hará caer el velo de los ojos, y quizás algo más… Como él dice: «Estábamos orgullosos de ser trabajadores…»
Lógicamente, la segunda y la tercera partes son las más amenas, y justifican por sí solas la adquisición del libro; pero para los que necesiten más, la parte primera les proporcionará el sustento intelectual que hará mas jugosa la lectura de las otras dos partes. Opción divulgativa por otra parte que consideramos imprescindible para adentrarse en la crítica ideológica a la sociedad que nos rodea y que hacen del libro, como dijimos al principio, una preciosa aventura intelectual y lúdica.
[…]C. Carretero. Crítica completa en Bicel nº16 (boletín de la FAL)
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