Reseña del tercer acto cultural de la semana libertaria organizada por CNT Valladolid
«Si no se puede bailar, no es mi revolución» es una frase clásica de la pensadora anarquista Emma Goldman. Pero cuando actos reivindicativos se convierten en festejos consumistas se da un salto bastante grande que puede desvirtuar la reivindicación. De esto trato «Del día del orgullo gay al gaycapitalismo», tercer acto de la XX Semana Cultural Libertaria de Valladolid en la que el compañero Piro, de Orgullo Crítico, nos explicó cómo el barrio madrileño de Chueca se ha convertido en un parque temático del empresariado rosa.
En la presentación se invitó a una reflexión sobre las distintas maneras en que los distintos sistemas políticos responden a lo que se les enfrenta. Si muchos sistemas responden mediante la represión, el capitalismo actual lo hace mediante la asimilación y la seducción, aceptando aparentemente las reivindicaciones para integrarlas en su funcionamiento. Cuando tiene éxito en ello, el movimiento seducido pierde su sentido inicial; el capitalismo integra todas las reivindicaciones para evitar una reivindicación total. El colectivo Orgullo Crítico se enfrenta a este tipo de dinámicas; en vez de limitarse a defender su parcela, relaciona esta defensa con otras luchas. Cuando se celebra la fiesta del orgullo consumista, ellos responden desde hace años con una convocatoria alternativa que integra otras reivindicaciones incómodas para la sociedad de consumo -«Orgullo sin mordaza» frente a la Ley Mordaza, «Orgullo Indignado», etc-.
Piro hizo una exposición impagable sobre el proceso por el que una simbiosis de empresarios y políticos consigue introducirse en los colectivos de reivindicación de la diversidad sexual y convertir la marcha reivindicativa de Madrid por el día del Orgullo Gay -28 de junio- en una macrofiesta consumista sólo para personas con la cartera bien repleta. De manifestaciones reivindicativas de diez mil personas se ha pasado a desfiles en los que se citan millones y a los que acude el famoseo y el politiqueo a hacerse la foto y lo que tercie. Llama la atención que este proceso haya tenido la cobertura de ayuntamientos del PP encabezados por personajes tan característicos como Álvarez del Manzano, Ruiz Gallardón o Ana Botella. No tanto, porque no se ha tratado sólo de convertir una manifestación crítica en un desfile comercial, sino -como en tantos otros casos- de utilizar problemas sociales para encubrir pelotazos inmobiliarios. Si en Chueca se abrieron bares de ambiente es porque era un barrio marginado en el que los alquileres eran baratos; con el pretexto de evitar la inseguridad, se ha remodelado el barrio llenándolo de hoteles y bares caros, y se defiende la operación diciendo que todo ello se hace por los derechos de los homosexuales.
Donde antes había plazas o pistas para monopatines, ahora no hay más que terrazas en las que sentarse a consumir, y al chapero se le pone en búsqueda y captura. Incluso se ha planteado controlar que no se pueda entrar en el barrio llevando bebidas propias. No sólo no se espera que el ayuntamiento progresista de «Ahora Madrid» invierta la situación, sino que incluso parece querer dar cobertura a una operación similar con el barrio de Lavapies.
Piro compartió la reflexión de que la imagen que estos eventos trasmiten de homosexuales apolíticos y forrados es un pretexto en muchos casos para la homofobia encubierta como crítica anticapitalista y anticonsumista.
Durante el turno de palabras una intervención lamentó que muchas veces no se pueda hacer otra cosa que exponer el éxito de las maniobras de los poderosos, sin que se llegue a vislumbrar una alternativa positiva. Queda para todas y todos la tarea de bailar otro mundo.