El domingo, 2 de febrero, mientras el Presidente del Gobierno lanzaba su mediático mitin en el que señalaba como culpable de su crisis al líder de la oposición, más de 5.000 personas salían a la calle para oponerse a la situación de precariedad a la que abocan a la clase trabajadora.
El domingo, 2 de febrero, por la mañana, el señor presidente del gobierno de España lanzaba su mediático mitin en el que señalaba como culpable de su crisis al líder de la oposición, para que luego este le respondiera culpando al anterior como culpable, para que luego la pelota siguiera pasándose del uno al otro.
“No cambiéis” decía el presidente del gobierno en su discurso en el Centro Cultural Miguel Delibes en la mañana del 2 de febrero. Como no podíamos defraudarle, volvimos a salir a la calle una vez más para demostrarle que Valladolid ha dado la talla a la hora de mostrar el rechazo mayoritario a los facciosos y los liberales. “Como siempre “, también dijo el presidente.
Más de 5.000 personas de distintas localidades y sensibilidades salieron a la calle a mostrar su rechazo al conjunto de políticas impuestas por la situación de deuda en contra de la clase trabajadora.
En concreto en esta protesta tenía especial relevancia el tema del desempleo masivo al que se ven abocados los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.
CNT, que como sindicato no puede dejar de lado la lucha contra el paro sin perder la perspectiva de toda la clase trabajadora ni sus intereses, ahí estuvo.
Ahí estuvo con sus propios planteamientos, con un bloque propio al final de la nutrida manifestación. Manifestación que transcurrió por las calles del centro de Valladolid, mientras que el presidente y sus acólitos se regodeaban en la corrupción.
“Nada nos ha sido regalado” afirmaba Rajoy en su discurso, tal vez dando a entender que ninguno de los sobres que Mercadona o el Corte Inglés les han ido dando van poder gastarse en lechazos y gin-tonics sin la prometida Ley de Seguridad Privada a cambio, entre otras.
La manifestación acababa con la multitud desperdigada por la Plaza mayor de Valladolid, por donde hacía acto de presencia alguna pepera rebosante de buen gusto –muy español– y educación –privada– y que brindó a los presenten una peineta muy familiar en el expartido de Bárcenas.