Historia del motín del pan de 1904 en Valladolid, que será conmemorado por la Plataforma por la Sexualidad y el Aborto Libre el viernes 6 de marzo, como parte de los actos del día internacional de la mujer trabajadora
“Érase una vez un 7 de marzo…” Historia de un motín junto al Pisuerga.
Cuando se conmemora el 8 de marzo a nivel mundial como día de la mujer trabajadora se suele aludir al terrible asesinato más de 100 mujeres en una fábrica de Nueva York a principios del siglo XX. Lo cierto es que este suceso se produjo en 1911, un año después de que la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas aprobaba la celebración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora a propuesta de Clara Zetkin. La elección de la fecha 8 de marzo es objeto de diversas especulaciones, pero lo que la Historia confirmó fue la necesidad de una fecha que visibilizara el conflicto existente y particular de la mujer bajo el dominio capitalista.
El 8 de marzo fue una celebración institucional por primera vez en la Unión Soviética, aunque no fue festivo hasta 1965. En este país se celebró por primera vez en 1936 para ser poco después prohibida por el régimen de Franco.
En 1975, la ONU admitió la celebración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, descargando el componente clasista de la celebración y eliminando toda reivindicación socialista. Así es como se da a conocer el 8 de marzo hoy desde instancias oficiales.
Sin embargo, hoy en Valladolid queremos rescatar un 8 de marzo sepultado por la oscuridad a la que aún hoy se somete a nuestra memoria. Los sucesos del 7 y 8 de marzo de 1904 en esta ciudad a orillas del Pisuerga nos recuerdan dos cosas:
- Que el origen del 8 de marzo y su vigencia reposan sobre la explotación capitalista y el dominio patriarcal sobre el género femenino que, hoy como ayer, eran y son el pan de cada día.
- Que Valladolid no era una ciudad mansa y clerical, como tampoco lo es hoy. Valladolid ha sido una ciudad codiciada por quienes aún hoy se mantienen en el poder, pero nunca han conseguido acabar con la vida y la rebelión de sus gentes.
El Valladolid de 1904
Nos vamos a entrar aquí en muchos detalles de la situación del Reino de España que salió de la independencia de Cuba. Muchos ilustres personajes, y no tan ilustres, han escrito ríos de tinta al respecto. Nuestro foco se pone hoy en nuestra gente de ayer. Quienes pasaban hambre y sufrían la miseria del capitalismo harinero de Castilla.
Las clases populares de aquella Castilla eran mayoritariamente rurales, por lo que la ciudad de Valladolid, con sus 70.000 habitantes, era una anécdota en un mar de pueblos con mucha más población que la que tienen hoy, 100 años después. Labriegos, pequeños propietarios de tierras que no les alcanzaban para vivir, jornaleros, proletarios y sus mujeres eran la composición mayoritaria de la sociedad vallisoletana.
El desarrollo capitalista había traído hasta Valladolid el Canal de Castilla y los ferrocarriles de la Compañía del Norte, lo que hacía de esta ciudad y su entorno una parte del libre mercado que si entonces no era global, al menos si fue europeo. Castilla la Vieja era una región escasamente industrializada, por lo que desarrolló un capitalismo basado en la explotación de la tierra y en concreto de la harina, una mercancía muy intensiva en mano de obra pero con un calendario de trabajo muy disperso en el año. La dictadura de los mercados de entonces, apuntalada por una oligarquía caciquil disfrazada de bipartidismo y monarquía parlamentaria, imponía los precios de todos los productos de subsistencia. Este libre mercado provocaba oscilaciones en los precios del pan que se multiplicaban sobre quienes lo producían, especialmente en las épocas en que los graneros empezaban a vaciarse.
En esta situación, la población de Valladolid y la región con la que mayor contacto mantenía, Tierra de Campos, desarrolló 2 métodos de lucha y resistencia hegemónicos y complementarios.
El primero es el Motín.
Un motín es una revuelta relacionada con los precios, con la escasez de productos de subsistencia.
Los motines entonces venían provocados por la desposesión a la que se vio sometida la población tras las desamortizaciones del liberalismo que supusieron el inicio del capitalismo, tanto industrial como “harinero”. Además, el nuevo capitalismo acentuó una diferencia sexuada en la población que anteriormente tenía otras manifestaciones. Así, el patriarcado que llevaba siglos asentado en Castilla se transformaba en una estructura social que dejaba a las mujeres en el ámbito doméstico dedicadas a los trabajos de reproducción social mientras los hombres se dedicaban a la producción bajo el régimen del salario.
Esta estructura social hacía que fueran las mujeres las que percibían las oscilaciones de los precios, pues ellas se encargaban del consumo de subsistencia entre otros tantos trabajos. Es por ello que las protagonistas de los motines eran mujeres.
Los motines no eran explosiones espontáneas y caóticas. Generaciones de luchas hicieron de las mujeres un colectivo que sin tener una estructura formal, que sepamos, sí tenía una serie de consignas y prácticas comunes. La manifestación, el tumulto en el gobierno civil o las casas de los capitalistas, la búsqueda de apoyo en las fábricas, los disturbios…eran parte de un plan que se repetía periódicamente. Los motines tenían un carácter local, no se extendían por el territorio.
El segundo es la Huelga.
La huelga es la interrupción del trabajo asalariado con finalidades colectivas.
Las huelgas eran una forma de conflicto genuinamente obrera y que se extendió con la agitación socialista, cuya acogida en Tierra de Campos fue espectacular a los pocos años de la fundación del PSOE y la UGT, que entonces eran organizaciones populares y obreras. Las huelgas en el campo eran un fenómeno común en épocas de trabajo (verano y otoño), que eran las opuestas a las de escasez (invierno y primavera).
Esta forma de conflicto fue mayoritariamente masculina, por estar asociada a la actividad desarrollada por hombres. Por otro lado, la huelga sí se extendía en el territorio porque se apoyaba sobre la identidad de clase obrera como mecanismo de empoderamiento, mientras que los motines reposaban tan solo en la identidad local al no existir ningún tipo de conciencia de la mujer como sujeto.
Gráfico 1: evolución de la conflictividad social en Tierra de Campos entre 1900 y 1923
El 7 de marzo de 1904…
Acabando el invierno de 1904, un invierno duro y con precios de la harina al alza, la situación estalló el 7 de marzo. No está documentado donde se originó el motín, pero se sabe que desde primeras horas de la mañana un grupo de unas 200 mujeres y niños empezaron a recorrer las calles del centro con una bandera negra en la que ponía “PAN Y TRABAJO”. La manifestación fue creciendo de tal forma que la guardia no pudo disolverla ni contenerla y el grupo llegó a la gobernación civil, situada en el último piso del palacio de Ortiz Vega
Este palacio era la sede del Banco Castellano desde 1900, y acogía también la gobernación civil en su último piso. El gobernador y el alcalde ofrecieron bonos para pan y trabajo para sus maridos. Las mujeres no aceptaron los bonos, por lo que las negociaciones no se cerraron y la manifestación volvió a las calles.
La manifestación se dirigió a las fábricas, para que los hombres se unieran al motín. A la salida de las fábricas la Guardia Civil cargó contra la muchedumbre provocando heridas. El motín continuó por la tarde y también las cargas contra la mayoría manifestante, compuesta por mujeres y niños. También está documentado como la Guardia Civil atacó a los corresponsales de la prensa.
Por la noche, está recogido que hubo varios vivas a la república a la vez que se apedreaba el convento de las Carmelitas y la casa del Alcalde.
El 8 de marzo de 1904 en Valladolid la ciudad amaneció paralizada y llena de restos de los enfrentamientos de la noche anterior. El comercio se mantuvo cerrado.
Esa mañana, mujeres y obreros se acercaron a la Facultad de Medicina a intentar que los estudiantes se unieran al motín, lo que fue impedido por el Rector de la Universidad. También se acudió a la estación de trenes a impedir que salieran las partidas de trigo hacía Portugal.
Tras estos pequeños focos vuelve a organizarse la manifestación en las cercanías de la Plaza Mayor, entonces Plaza de la Constitución. En esta ocasión se registraron tiroteos entre la población y la Guardia Civil, que aumentaron tras el asalto de unos amotinados a una armería. Estos choques produjeron varios muertos, uno de ellos de un joven de 18 años cuyo cadáver fue paseado por la multitud por las calles.
Tras estos sucesos, desde el gobierno se achacó el motín a “planes anarquistas excitados por los republicanos”, lo que justificó el asalto policial a la imprenta republicana.
En 2015…
Trazar paralelismos entre aquel Valladolid y el de hoy no es el objeto de este acto ni de estas líneas.
Nos apena profundamente las poquísimas fuentes en las que encontramos sucesos de este tipo y la dificultad de estudiarlos. Nos apena, pero no nos sorprende. Si dentro de 110 años lo único que queda de nosotras es lo que dijo la prensa de la Conferencia Episcopal de lo que hicimos estamos perdidas, y con lo que ha sufrido nuestro pueblo en los últimos 110 años creemos que esto es exactamente lo que les pasó a aquellas mujeres y a aquel pueblo torturado por el hambre y la explotación. Por ello hemos visto la necesidad de hacer este itinerario que sirva también como homenaje.
El recorrido del itinerario del 6 de marzo de 2015 se ha escogido intentando hacerlo coincidir con los escenarios históricos.
Se parte de lo que ahora es Plaza España, que entonces era un mercado, según el plano de Montacer y Simón de 1897. Es una buena localización pues según lo explicado era un espacio público donde muy comúnmente se encontraban las mujeres y donde se notaban los efectos que la especulación del mercado tenían sobre las subsistencias.
La actual sede del Banco BBVA de Duque de la Victoria era el Palacio de Ortiz Vega donde se encontraba el gobierno civil y dónde se produjo la negociación del día 7 de marzo de 1904 que dio comienzo al motín.
La tercera parada se hace en la esquina entre la calle 20 de febrero y el Paseo de Isabel la Católica. En este lugar se encuentra el edificio de la Electra Popular Vallisoletana, una empresa dedicada a la distribución de energía hidroeléctrica para la capital. Este edificio se construyó dos años después del motín de 1904, por lo que en ese lugar no hay ningún registro de que ocurriera ningún incidente ni era una de las fábricas donde se fue a buscar a hombres para que se unieran al motín. Sin embargo, es un buen símbolo del patrimonio de la industrialización. Hoy es propiedad de Iberdrola y ya en 2012 el Ayuntamiento recalificó el terreno para que pudiera convertirse en un hotel de 5 estrellas, corriendo la misma suerte que la antigua harinera junto a la desembocadura del Canal de Castilla. Esto aún no ha ocurrido, y el edificio sigue en un estado de abandono y desuso. Este estado es ya muy común en distintas partes de Valladolid, y es característico del modelo de ciudad al que se ha visto abocada en las últimas décadas.
El itinerario acaba en la Plaza Mayor de Valladolid, llamada Plaza de la Constitución en 1904 y donde se dieron los más duros enfrentamientos.
1904.pdf
Panfleto sobre el Motín del Pan de 1904
PLATAFORMA POR LA SEXUALIDAD Y EL ABORTO LIBRE
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