La película, que en la gala celebrada ayer de los Goya cosechó seis premios (incluido el de Mejor película), no pasó desapercibida desde las páginas del periódico «cnt» del mes de diciembre de 2008 a través de nuestro habitual crítico de cine, Germinal, quien ya auguraba un futuro prometedor para la película, su director y los actores.
Hay películas que impresionan. Da igual que estén bien o mal hechas, que estés de acuerdo con su mensaje o no. Poco importa. «Te tocan». Por lo que sea. Este es el caso de Camino, la recién estrenada película de Javier Fesser Pérez de Petinto. ¿Os suena el nombre? ¡Eso!, no os equivocáis. El director de aquel divertido dislate que se llamaba El milagro de P. Tinto que, cuando ya llevaba encima decenas de anuncios, le valió el «Goya» al mejor director novel. Ahora, tras la también peculiar Cándida, da un llamativo giro, más en el fondo que en la forma, aunque permanece ese tono onírico que marcaba sus anteriores largometrajes.
Desde su ambiguo título, Camino atrapa al espectador que asiste entre atónito y emocionado, al viaje iniciático adolescente de una joven a través de su primer amor. Un recorrido que se truncará por su enfermedad y muerte rodeadas por las especiales circunstancias que acompañan a todo lo relacionado con el grupo religioso católico Opus Dei. Fesser nació cuando los tecnócratas opusinos -los López- sustituían a la vieja guardia franquista en la dirección de la dictadura. Así que pasó buena parte de su infancia bajo la educación católica obligatoria que se recibía en los colegios del momento. Así que, aunque fuera de lejos -como a casi todos los españoles de esas generaciones- la existencia del Opus le era conocida.
Seguramente lo que más ha escocido en los círculos cercanos a la asociación creada por Escrivá de Balaguer es la profundidad de la película. Podrán criticarla, acusarla de lo que les parezca pero no podrán tildarla de libelo, ni siquiera de panfleto. Algo que ellos tan listos, educados y cultos no podrán admitir verse batidos en lo que consideran -aunque estaría por ver- su terreno. Aprovecho para hacer un paréntesis y decir que, los géneros citados, a uno no le parecen tan despreciables.
La protagonista no es un arquetipo sobre el que se ceban otros parecidos. Sino un personaje complejo, que va evolucionando durante la película y que es interpretado de forma completamente magistral por Nerea Camacho. Una andaluza de poco más de once años que mantiene un idilio completo con la cámara que, de durar, dará mucho que hablar. Tampoco les habrá gustado mucho, como a otros sectores religiosos, la escena final. Un hermoso canto a la incredulidad teísta realizado con un movimiento de cámara que termina con el plano de un sofá vacío, que te dice: que un dios exista no es sino algo anecdótico que depende de lo que cada uno quiera creer. Tal banalización de algo tan supuestamente transcendente habrá levantado más de una ampolla.
Al lado del camino de Camino, están los que leen a Camino, el opúsculo de José María Escrivá. También ellos son retratados. De forma tan fina que Fesser ha podido declarar, sin mentir y con cierto sarcasmo, que los miembros del Opus aparecen como los demás personajes, como seres humanos, con sus virtudes y defectos y que quienes no lo vean así es porque querrán reconocer que nadie es perfecto. En efecto, verse retratado con el propio discurso que utiliza no les debe haber gustado. Un discurso triste, desolador y aniquilador del individuo.
Fesser ha conseguido un relato tan finamente hilado en todas sus vertientes que, a pesar de su larga duración, nunca deja de interesar. También ha sido capaz de levantar un dramón en el que el espectador tiene la posibilidad de elegir, de analizar lo que ve sin que se le atosigue para que tome partido. Será el mismo quien termine por decidir el que tome interrogándose sobre cuestiones como la vida, la muerte, la religión, la fe, el amor y, por supuesto, la actitud y los métodos de organizaciones como el Opus Dei.
Para completar el trabajo de Fesser, que no sólo ha dirigido o escrito el guión, sino que también ha montado la película, en esta ocasión todos los actores están magnificos. No sólo la ya citada joven Nerea Camacho sino también los de Carmen Elías que, de forma abrumadora, construye el personaje de la madre de Camino y Mariano Venancio, el padre sumiso hasta la exasperación, hasta su propia muerte.
* Crítica aparecida en la sección de Cultura del periódico «cnt» nº 351
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