Con la crisis llegaron también las soluciones que nos aportan los culpables de ella: para los rostros pálidos, Expedientes de Regulación de Empleo; para los pieles rojas, retorno a la jungla capitalista de donde provienen.
En el mes de septiembre, tanto el Ministro de Trabajo e Inmigración, como el responsable del principal partido de la oposición, lanzaron una serie de acuaciones contra los inmigrantes, responsabilizándolos del paro y de la pérdida de derechos sociales… ¡Ahí queda eso!
A los pocos días de esas declaraciones sin desperdicio, se anunció un acuerdo unánime en la Unión Europea en materia de inmigración. El texto de diez páginas limita la inmigración a las necesidades del mercado laboral y a la capacidad de integración del país de acogida, con una firmeza total contra los indocumentados y descartando las regularizaciones masivas de «ilegales». El acuerdo también incluye, emulando a los EE.UU., la creación de una tarjeta azul para atraer a inmigrantes altamente cualificados.
Ese fue el pistoletazo de salida para que en España, por medio de Decreto-Ley, comenzase una frenética labor legistaltiva aprobándose la posibilidad de que el inmigrante pueda recibir toda la prestación acumulada de desempleo si opta por volver a su país de origen «voluntariamente», así como la aprobación de subvenciones para financiar el retorno de inmigrantes.
Al mismo tiempo, el Sindicato Unificado de Policía trasmitía a los medios de comunicación que los agentes de policía estaban recibiendo presiones para perseguir a inmigrantes.
Ahora bien, que quede claro que esto no se aplicará a todos los inmigrantes. En España existen dos regímenes legales en materia de extranjería: uno privilegiado para los extranjeros comunitarios y miembros de países signatarios del acuerdo del Espacio Económico Europeo y Confederación Suiza; y otro, para los extranjeros extracomunitarios (que es del que estamos hablando). Por tanto, eso de que no cabe la discriminación por razones sociales o personales, pues en democracia todos somos iguales… unos más que otros y depende en qué…
Sorprende la eficacia de los políticos de los 27 países de la UE que, en muy breve espacio de tiempo, movieron esa maquinaria burocrática para aprobar por unanimidad una medida que condena al inmigrante a ser una pieza del mercado laboral sumergido en momentos de expansión económica, salvo si tienes estudios y nos interesas…
No puedo aceptar esa doble vara de medir personas como «legales» o «ilegales» en base si eres comunitario o no (si eres rico o pobre); tampoco esa celeridad para aprobar normas y créditos para expulsar a personas que llegan huyendo de la guerra y la miseria, que contrasta con la negativa absoluta a posibilitar que en sus lugares de origen puedan construir una forma de vida que evite ese periplo dantesco que todos los días nos recuerda el estrecho de Gibraltar. Después nos dirán con la boca llena, que hay que combatir el racismo… pero no el racismo contra los pobres.
Mientras el capitalismo siga siendo el único mundo posible, deberemos acostumbrarnos al estribillo de la canción: ¡balas blancas, balas blancas; para la oveja negra!
* Artículo escrito por Juan Armada, afiliado a la CNT de Vigo, y aparecido en el periódico «cnt» nº 351, correspondiente al mes de diciembre de 2008