Las inminentes elecciones generales se presentan como un momento en que el tipo de gobierno de derecha desacomplejada al que estamos resistiendo en Castilla y León puede exportarse a todo el territorio nacional. Frente a la visión ultrareaccionaria que se nos quiere imponer, y porque las consecuencias van más allá de un reparto de escaños, queremos destacar los problemas reales que tenemos que afrontar como clase trabajadora.
Durante décadas esta tierra ha sido gobernada por la derecha del régimen; una derecha que poco se ha preocupado por mejorar nuestra situación, porque el proyecto político que las élites y la Unión Europea tienen reservado para Castilla y León es el de una tierra que provee de materias primas, recursos energéticos y mano de obra a los circuitos del capital español y europeo, mientras vacía sus pueblos y ciudades.
Esto, mientras se despliega una agenda neoliberal que ha colocado a la comunidad en el sexto puesto de privatización sanitaria, que ha incrementado los conciertos –es decir, la privatización y precarización- en servicios sociales, y donde los salarios están por debajo de la media estatal, mientras existe una gran dependencia de la industria de capital internacional que ocupa los principales sectores estratégicos –automoción e industria agroalimentaria-. Y en estas líneas tampoco podemos obviar el clientelismo y la corrupción que se ha instalado en la comunidad, al igual que en el resto del Estado. Ejemplos hay muchos, tantos como investigaciones abiertas: “Perla Negra”, la “trama eólica”, o la financiación irregular de las primarias que dieron la victoria a Mañueco. Si olvidar que casos tan famosos como la Gurtel salpicaron a políticos y poderosos empresarios de nuestra comunidad, y todo lo que está por descubrir a propósito de Feijóo.
Ante esta situación, la derecha y la ultraderecha plantean poner en primer plano cuestiones que están lejos de afectar a nuestra vida diaria. En esta campaña hemos escuchado mucha defensa del producto nacional del campo, y mucho llamar a gritos a cerrar los ojos ante los problemas sanitarios del ganado en lugar de resolverlos: pero poco les hemos oído hablar de los problemas reales del campo, como las condiciones de trabajo o los precios irrisorios de venta de producto que hacen que cada vez más personas lo abandonen, de la trampa de la PAC o de la explotación de personas migrantes que trabajan en condiciones de esclavitud en los campos de nuestra provincia.
Las personas migrantes precisamente son usadas como las causas del empeoramiento de las condiciones de vida de las trabajadoras. Hablan de inmigración ilegal masiva –que según los datos no existe-, de que roban las ayudas –a pesar de que es necesario estar empadronado para recibirlas-, y de que aumenta la inseguridad –a pesar de que han disminuido los delitos en la comunidad en los últimos años-. Mentiras y discursos falsos y de odio que no podemos permitir en los barrios de nuestra ciudad y pueblos de nuestra provincia. Porque si hay algo que afecta a la clase trabajadora es la precariedad, la disminución de los salarios y derechos laborales y el empeoramiento de las condiciones de vida.
Para estos políticos a quienes poco les importan las trabajadoras, su propuesta para crear empleo es quitar impuestos a las empresas y que hagan y deshagan a su antojo sin garantías para la clase trabajadora –“libertad”-. Tampoco hablan de dejar sin efecto, a fondo, las sucesivas reformas laborales que han empeorado nuestras condiciones de vida; no podemos aceptar que se presente como un triunfo una reforma laboral realizada bajo el chantaje de la Comisión Europea para que no molestase demasiado a los amos del mercado laboral. Un mercado laboral que es especialmente hostil en esta comunidad a mujeres, personas migrantes y jóvenes.
Sus propuestas ahondan más en estas desigualdades y se proponen ir hacia atrás en los derechos por los que tanto han luchado mujeres y personas LGTBI+. Frente a la negación de la violencia machista, desde la Coordinadora Antifascista nos proclamamos abiertamente feministas y no daremos ni un paso atrás en la lucha contra la violencia machista y patriarcal. Frente a los discursos de odio vertidos contra la comunidad LGTBI+ y el aumento de la violencia, optamos por la organización, autodefensa y las alianzas con otros colectivos oprimidos.
Tampoco daremos un paso atrás en la recuperación de la memoria histórica que tanto les incomoda que salga a la luz en una región donde todavía quedan monumentos fascistas en pie y aún no conocemos las dimensiones reales de la represión, ya que cada año se descubre la existencia de nuevos campos de concentración franquistas y nuevas fosas, y, como consecuencia, aún no sabemos la identidad de todos los represaliados. Porque se los debemos a todas las mujeres y todos los hombres que lucharon contra el fascismo y dieron su vida por ello.