La manifestación tendrá lugar a las 20h desde la plaza Fuente Dorada y estará compuesta por diferentes colectivos feministas y de los movimientos sociales de la ciudad.
Para el día siguiente, viernes 9 de marzo a las 20:30h, en el local de CNT-AIT (C/ Juan Bravo nº 10-12), desde la CNT y el ateneo libertario Gregorio Baticón, proyectaremos el documental: «A la deriva. Por los circuitos de la precariedad femenina »
A la deriva (por los circuitos de la precariedad femenina) es un vídeo de instantáneas y collages sobre la precarización de la existencia dicha en femenino. Una experimentación de narración coral e inacabada, en nombre propio, en búsqueda de nombres comunes que hablen de nuestras precariedades y movilidades, pero que hablen de ellas lejos de los fetiches y de los iconos: que cuenten de que cuerpos, tiempos y espacios están hechas, que digan que deseos, trayectorias y rechazos las conforman…
A continuación dejamos el comunicado que vamos a repartir en la manifestación.
El 8 de Marzo de 1909, 129 trabajadoras mueren en la fábrica de Cotton en Nueva York, por reivindicar mejores condiciones de trabajo, y un año después se declara el 8 de Marzo como día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Queda lejana esta fecha, pero la vigencia permanece intacta. Las mujeres siempre hemos llevado el peso de una sociedad patriarcal. Relegadas a un segundo plano, las mujeres hemos llevado a cabo las tareas domésticas, el cuidado de menores y mayores… llevando el peso de los pilares sobre los que descansa una economía dirigida por hombres.
En una sociedad «avanzada» ¿Cómo es posible que el salario medio de una mujer sea un 30% más bajo que el del hombre? ¿Cómo es posible que la maternidad determine la pérdida del puesto de trabajo?
Tradicionalmente el acceso y participación en los ámbitos de toma de decisiones, tanto en lo público como en lo privado, le estaba vetado a la mujer, y hasta hace bien poco, las mujeres renunciaban al sistema educativo en pro de sus hermanos. La mujer era educada desde la más tierna infancia para servir a los demás, circunscrita al ámbito doméstico con actitudes sufridoras, conciliadoras, de sumisión…
Sabemos que los derechos de la mujer no se conquistan en los despachos, ni en instituciones públicas, ni tampoco en institutos de la mujer, por eso, pretender que creamos que hay igualdad por el hecho de que la mujer tenga acceso a un puesto de mando como el hombre en el ejército -u otra institución represiva-, o que una mujer tenga la posibilidad de codearse con los políticos de turno es una falacia, ya que lo que nos interesa es la igualdad en todos los puestos de trabajo que desempeña la clase obrera, en nuestro día a día.
Nuestros derechos se consiguen en todo momento a través de las luchas cotidianas, ya sea en la vida laboral, en la escuela, en la familia… pero la transmisión desde el poder a través de una cultura de carácter patriarcal y capitalista que domina a ambos sexos, especialmente en el caso de la mujer, hace que esta labor sea mucho más complicada, pero no renunciaremos a nuestra reconocimiento como personas libres.
A través de la historia, el papel de las mujeres anarquistas ha sido decisivo en su contribución a la obtención de un cambio profundo de la sociedad en la búsqueda de la emancipación de la mujer y el hombre. Mujeres como Mary Wollstonecraft, Voltaire de Cleyre, Louise Michel, Dora Marsden, Lucy Parson, Emma Goldman, Elizabeth Gurley Flynn, etc. tuvieron gran influencia por todo el planeta, especialmente en Europa y Norteamérica. Lo mismo ocurrió en territorio ibérico a través de grandes luchadoras como Soledad Gustavo, Teresa Claramunt, Federica Montseny, Amparo Poch y Gascón, Lola Iturbe o Lucía Sánchez Saornil, siendo esta última una de las impulsoras de la organización anarcofeminista Mujeres Libres, que desarrollaron un papel importante en la revolución libertaria durante la guerra civil española.
Debemos recordar la participación decisiva en huelgas y conflictos de las trabajadoras del textil en Cataluña, o de las aceituneras en los pueblos de Sevilla, o la conflictividad sindical desarrollada en la primavera del 36 en toda la nación por las sociedades o sindicatos de servicios domésticos (actualmente empleadas de hogar), o el papel decisivo de las mujeres en la época de la clandestinidad y la oposición al régimen franquista.
Las mujeres y los hombres de la CNT procuramos la coherencia de nuestra forma de actuar con los fines que perseguimos, y pretendemos no ya la integración de la mujer en un modelo de sindicalismo de hombres, sino la aportación de todos/as en plena igualdad y libertad para la transformación radical de la sociedad y también en nuestras luchas para mejorar nuestra situación como trabajadores y trabajadoras.
Para que el 8 de marzo deje de convertirse en anécdota…
¡Organízate y lucha! ¡CNT en marcha!