Existen fechas señaladas en el calendario cuyo significado es sobradamente conocido por todos; sin embargo, la que pretendemos celebrar en el 1º de mayo es deliberadamente silenciada por la incultura oficial del aborregamiento. Este día se celebra en recuerdo de los llamados “mártires de Chicago” que, como se sabe, fueron ajusticiados en un cruel intento de acabar con las organizaciones obreras y anarquistas en Estados Unidos en 1886. Y aunque la fecha y los acontecimientos nos queden muy lejanos desde entonces, podríamos revisar el panorama laboral que nos rodea hoy en día, para darnos cuenta de que los motivos por los que la clase trabajadora peleó en aquel entonces se reproducen actualmente.
Asistimos a un momento histórico de retroceso en los derechos de los trabajadores y eso lo reflejan claramente las cifras: de precariedad (alrededor del 35% de temporalidad en el empleo en España 2005), de siniestralidad laboral (alrededor de 1400 muertos en accidentes laborales en 2005), de pérdida del poder adquisitivo (los salarios crecen por debajo de la inflación real), se trabajan muchas más horas de las que se cobran, etc… Lo que configura un panorama laboral de miedo y sumisión al patrón que constituye, de hecho, una férrea dictadura de silencio e indignidad. En este marco incluso los derechos de los trabajadores recogidos por la ley se muestran impotentes frente al siempre presente miedo al despido. Los empresarios pueden disponer humillantemente de los trabajadores a su antojo y voluntad sin que exista una contrapartida. ¿Es esto falso?
Pero las cosas no ocurren por casualidad, el binomio gobierno-patronal da permanentes vueltas de tuerca que van dilapidando los derechos de los trabajadores, así como su poder adquisitivo y su poder de decisión en el mundo del trabajo. Una nueva reforma laboral se fragua en la actualidad y eso significa un nuevo retroceso para una clase trabajadora desorientada y adormecida, que se entretiene haciendo botellón, mientras camina, sin saberlo, hacia el despido libre.
Son los sindicatos mayoritarios UGT y CC.OO., paradójicamente, los que no denuncian y callan ante una situación de desprotección y desamparo de los trabajadores frente a los empresarios, estampando su firma de conformidad reforma tras reforma. Lejos de defender a la clase trabajadora, se han preocupado por edificar un enorme aparato burocrático que solo persigue su propio beneficio y la continuidad de su existencia a base de subvenciones estatales y oscuros negocios. Todos sabemos que los sindicalistas oficiales serán los últimos en abandonar el barco cuando en la empresa hay problemas o ésta cierra. Están tan lejos de los trabajadores, ¿quién se atreve a llamarles sindicalistas?…
Es todo esto lo que justifica la necesidad de que te organices para defender tus intereses y tu integridad, tú solo no puedes, pero con muchos sí. Nosotros lo hacemos a través de la CNT, que no te propone cualquier fórmula, pues el ejemplo histórico y los actuales acontecimientos nos dicen:
Que el camino de la política parlamentaria se muestra impotente para solucionar las contradicciones del sistema económico capitalista. Este mundo la gobiernan las multinacionales y la banca, no un partido político. El paro o la precariedad no se solucionan con un real decreto porque el poder económico está por encima del gobierno. En este contexto la política no tiene solución de continuidad y torna en un cúmulo de corrupciones insostenible, y para probarlo solo es necesario echar un vistazo a los medios de comunicación últimamente.
Que el sindicalismo convencional de CCOO, UGT y todos aquellos sindicatos que reproducen su estructura y métodos de financiación, se ha mostrado ineficaz como defensor de los intereses de la clase trabajadora en su conjunto, y lejos de aglutinar a los trabajadores, los ha dividido y han servido para instaurar el actual estado de resignación y apatía entre los mismos (España es uno de los países de Europa con menos tasa de afiliación sindical).
La CNT propone un sindicalismo de clase, combativo, independiente ideológica y económicamente de gobiernos, partidos, instituciones o iglesias. Un sindicalismo que reconozca todos los mecanismos que el poder y la economía utilizan para perpetuar la dominación del hombre sobre el hombre, para enfrentarse contra ellos, y ofrezca una alternativa integral a un mundo capitalista al borde del colapso, para recuperar la dignidad, la sensatez y lo que es nuestro, el producto de nuestro esfuerzo como trabajadores, es decir, toda la riqueza. Un sindicalismo en el que tú eres el protagonista, sin delegar en mediadores, mediante la acción directa y sin liberados sindicales.
No se trata de utopías sino de posibilidades reales que están al alcance de nuestras manos; como en Francia, donde a golpe de manifestación, denuncia y protesta, los trabajadores y estudiantes han conseguido retirar definitivamente el Contrato de Primer Empleo. Un ejemplo que podemos tomar como punto de partida, que pone de manifiesto el potencial transformador de los trabajadores frente a la sociedad injusta en la que vivimos y que demuestra que el desánimo no está justificado.
Hoy, como en 1886, tenemos las mismas razones
CNT Valladolid