Se acerca la fecha del 1º de Mayo. Desde la Federación Local de Valladolid queremos recordar los actos que tenemos programados para esta fecha, así como dar difusión al comunicado elaborado por el Secretariado Permanente del Comité Nacional.
Miércoles 30 de abril
20:00h Charla. “El periodista frente a los poderes políticos”, a cargo de Javier Couso, hermano del cámara asesinado en Irak.
21:30h Concierto. Bono-ayuda de 3 euros.
Tos Seka – punk rock desde Portillo.
Repulsa Sozial – hardcore punk desde Tudela de Duero
Onda Expansiva – punk de Valladolid
* Estos actos se van a realizar en la Casa Babylon (Paseo Juan Carlos I, nº 126).
Jueves 1 de Mayo
12:00h Manifestación. Salida desde Plaza Colón hasta Plaza Vadillos.
Al finalizar la manifestación se realizará un mitin sindical con la participación de Antonio Morillo, de CNT Madrid y participante en el Comité de Huelga de la Limpieza del Metro.
14:00h Comida popular para tod@s los asistentes.
16:00h Micrófono abierto y actuación de cantautores.
1º DE MAYO SIN FRONTERAS
Una vez más, nos encontramos ante la fecha del Primero de Mayo, ese día que muchos se empecinan en denominar Fiesta del Trabajo, a pesar de que la muerte de cinco trabajadores no sea, precisamente, motivo de celebración. Del mismo modo, al ocho de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, ahora le llaman Día Internacional de la Mujer, expresión mucho más neutra, que sirve para meter en el mismo saco a todas las mujeres, ya sean explotadas o explotadoras, ya sobrevivan en la miseria o vivan en la mayor opulencia.
Aquellos cinco trabajadores anarquistas murieron luchando por la jornada laboral de 8 horas. Ese fue el delito que cometieron, porque delito es para los capitalistas –y delito gravísimo- el resistirse a ser explotados, el negarse a aceptar mansamente el que al trabajador se le trate como una cosa, como una mera prolongación de las máquinas o herramientas que utiliza, como un simple apartado más dentro del capítulo de costes de producción.
Los hechos ocurridos en Chicago en los primeros días de mayo de 1886, que tuvieron un triste epílogo en el asesinato legal de cinco inocentes, deberían haber sido los últimos acontecimientos trágicos en la larga historia de las ideas emancipadoras; sin embargo, bastante más de un siglo después se sigue muriendo cuando se intenta, simplemente, vivir con dignidad y vivir del propio esfuerzo, manual o intelectual. Los Mártires de Chicago, como fueron llamados muy pronto por los obreros, eran –excepto el norteamericano Albert Parsons inmigrantes alemanes trasladados a los Estados Unidos de América en busca de una vida mejor. Y es que a la miseria, al hambre y al deseo de una vida más digna y más libre no se le pueden poner fronteras, que, por otra parte, no existen en la naturaleza, sino sólo en los mapas, y que han sido resultado, generalmente, de guerras y enfrentamientos entre Estados.
Las fronteras políticas no han detenido jamás al ser humano que ha sentido la necesidad de trasladarse de un lugar a otro, en busca de mejores condiciones de vida. No le detenían en la antigüedad, porque o no existían o no era consciente de su existencia, ni detienen actualmente a quienes huyen de unas condiciones de vida espantosas o de la persecución por motivos ideológicos; el que quiere llegar a un lugar siempre lo intenta, por muchas fronteras que se le interpongan, aunque tenga que arriesgar su vida; de hecho, muchos la pierden en los caminos sembrados de cadáveres que conducen a los países de un supuesto mundo próspero y feliz. Antes morían en las pateras –muchos miles han muerto cruzando el Estrecho de Gibraltar- y muchos siguen muriendo, ahora en los cayucos que proceden de zonas más hacia el sur del continente africano.
Antes resaltábamos que cuatro de los Mártires de Chicago eran alemanes, pero también fueron asesinados legalmente en Estados Unidos los italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Y en la actualidad los yankis cazan literalmente en su frontera sur a los espaldas mojadas, esos mexicanos que sólo ansían encontrar trabajo. Por lo que respecta a España, tierra de emigrantes durante siglos, muchos fueron los que marcharon a Latinoamérica; unos en busca de trabajo, otros huyendo de la represión política, y otros por ambos motivos. Lo cierto es que una parte de ellos eran anarquistas o anarcosindicalistas que llevaron al otro lado del Atlántico sus ideas emancipadoras, contribuyendo a crear o reforzar organizaciones libertarias muy combativas, como, por ejemplo, la FORA.
Hoy se han cambiado las tornas, y España se ha convertido en país receptor de emigrantes, a los que debemos recibir como lo que son: hermanos de infortunio, que en no pocos casos recorren en sentido inverso el camino que otros recorrieron hace décadas. La CNT no reconoce fronteras, porque no cae en el engaño que la burguesía utiliza para dividir y enfrentar a los trabajadores. Sabemos perfectamente que el problema no es de razas, ni de nacionalidades, ni de religiones, ni de opiniones políticas; el verdadero problema, el único problema real, es de clases sociales, y reside en el hecho de que una minoría viva en lujo y el despilfarro a costa de una inmensa mayoría que malvive con un salario con el que no llega a fin de mes. Y algunos ni ese salario tienen.
Los inmigrantes que llegan a España sufren frecuentemente sobreexplotación, y deben saber que su sitio está en el sindicato anarcosindicalista, en la CNT, exactamente igual que deben saberlo los trabajadores nativos que aún no conocen nuestra organización o nuestras ideas. De la misma manera que la sangre de trabajadores nacidos en España o en cualquier otro lugar del mundo se junta, cada vez con más frecuencia, en accidentes de trabajo, debemos estar unidos en los sindicatos confederales, codo con codo, luchando cada vez con más bríos, con más energía, para ir arrancando concesiones a los capitalistas, hasta acabar con la explotación del hombre por el hombre.
Hay que atacar decididamente al neoliberalismo, doctrina burguesa más perniciosa aún que el liberalismo clásico. Si ellos globalizan la explotación –y utilizan el eufemismo deslocalizar para referirse al hecho de trasladar una empresa a otro lugar del mundo donde los beneficios capitalistas sean mucho mayores- nosotros debemos globalizar las luchas. Para ello, el recuerdo del mayo de 1886 en Chicago debe servirnos de estímulo y de reflexión. Tenemos que convertir en un día de lucha esa fecha cuyo origen ni siquiera conocen muchos de los que se manifiestan el 1º de mayo, sin dejarnos dividir por los muchos enemigos de la clase obrera.
Somos trabajadores y nuestra fuerza es nuestra mano de obra
¡Seamos ricos en ideas y palabras!
¡Seamos ricos en hechos!