Crónica de la concentración con que CNT Valladolid se unió a la campaña ‘Nunca más negocio con la sanidad’. Porque no sólo nos mata el coronavirus.
El 17 de octubre de 2020, dentro de la campaña “No más muertes evitables – Nunca más negocio con la sanidad”, se convocaron concentraciones en más de treinta localidades del Estado español, formando un movimiento contra los recortes sanitarios y las leyes favorecedoras de la sanidad privada, como la 15/97. No basta con lamentar centros de salud cerrados o listas de espera incrementadas, hay que señalar las causas y hacer propuestas de acción para expulsar la precariedad de nuestra sanidad.
CNT Valladolid se unió a este movimiento convocando al mediodía una concentración de carácter abierto junto al centro de salud de Circular – Pilarica, en la plaza de la Danza. Ciento cincuenta personas, con su colectivo o a título individual, nos reunimos allí para solidarizarnos con trabajadoras y trabajadores de la salud, a quienes se hace sufrir el sabotaje de los recortes sanitarios, y para reclamar una sanidad digna. Estuvo nuestra pancarta, y también la de colectivos como Solidarios por la Sanidad, Anticapitalistas o el Grupo Libertario Sendero Negredo. También se contó con las banderas y la militancia de CGT, Red Roja, PCPE o Podemos.
Previamente, se anunció la concentración con pancartas en distintos centros de salud de Valladolid capital y de pueblos del entorno – algunas se mantenían allí todavía el mismo día de la concentración.
Ese día, antes de la cita, acondicionamos la plaza para facilitar el mantenimiento de la distancia de precaución. Durante estos preparativos unas cuantas vecinas se acercaron para interesarse por nuestras reivindicaciones y mostrar su apoyo. También se repartieron hojas informativas con los puntos de la campaña, resaltando lo que tiene que ver con la petición de que los centros de salud tengan buenos horarios y estén bien equipados.
Las personas concentradas coreamos un buen número de lema contra la privatización, los recortes y los políticos que les dan cobertura: ‘La peor enfermedad, privatizar la sanidad’, ‘Recortes sanitarios, muertes a diario’, ‘Los recortes en la Casa Real’, ‘Gastos militares para escuelas y hospitales’, ‘Nada, nada, nada para la privada’ o ‘Los recortes en las Cortes’. A un par de individuos aislados que pasaban por allí debieron molestarles estos cánticos, e intentaron montar numeritos risibles, pero sin gracia, que no perturbaron la cohesión y ganas de protestar de la concentración. Es de notar la pasividad de los agentes de policía allí presentes, enviados a custodiarnos, ante esos aspavientos.
También se compartió el manifiesto de la convocatoria estatal, un toque de atención que denuncia las causas de las carencias sanitarias bien conocidas por trabajadoras y trabajadores.
Después del verano las cosas están peor que antes. Los aplausos y las declaraciones de los gobiernos de apoyo a la sanidad pública eran una hipócrita farsa para seguir alimentando el negocio de los seguros y la sanidad privada… Esta situación explosiva es el resultado de la ausencia de planificación de la formación de profesionales, la falta clamorosa de recursos, el cierre de salas enteras de hospitales y, en general, de una gestión vergonzosa por parte del gobierno central y de las Comunidades Autónomas de la pandemia por Covid 19. . De todo este desastre se benefician las aseguradoras médicas, las clínicas privadas con las que se han disparado los conciertos para “disminuir listas de espera” que se fabrican por la falta de recursos públicos, la privatización de las pruebas del Covid, de los rastreadores, de los nuevos hospitales de emergencia construidos con fondos públicos, etc. Está claro que todo este escandaloso negocio a costa de nuestras vidas seguirá si no lo paramos. Hay que derogar las normativas que permiten la entrada del lucro en Sanidad: la Ley 15/97 y el artículo 90 de la Ley General de Sanidad.
Solidarios de la Sanidad también compartió su análisis, poniendo el foco en una problemática y una crisis sanitaria que va más allá de la “guerra contra el virus”:
Desde que se hizo noticia pandémica la enfermedad Covid-19 parece como si ya no existieran más problemas sanitarios, ni en el país ni en la institución sanitaria. Nos olvidamos de que, antes, nuestra sanidad venía sufriendo ya una carencia endémica por los progresivos recortes y el trasvase de un 34% de los presupuestos de la sanidad privada.
Hoy, en plena pandemia, experimentamos la realidad aterradora que supone el aplazamiento de las citas, el engrosamiento de las listas de espera y la no asistencia por falta de personal y medios de atención, que dan como resultado agravamiento de las enfermedades e incremento de muertes, algo de lo que ni se realizan estadísticas ni se dan cifras. No obstante, los políticos están sólo empeñados en aplicar medidas de control social, la mayoría de ellas contradictorias y absurdas, más dirigidas a salvar su economía capitalista que a salvar seres humanos, y que poco aportan a una sanidad pública que garantice una atención integral tanto a los contagiados confinados y no atendidos como al resto de los enfermos, muchos de ellos abandonados con patologías graves.
Pusimos nombre a una de las empresas que se lucran a costa de la sanidad de trabajadoras y trabajadores, Ambuibérica: empresa de transporte sanitario más preocupada por los beneficios de sus accionistas que por la atención sanitaria. Una conducta que, inevitablemente, ha llevado al conflicto sindical y a intentos de acallar a trabajadores cenetistas. La derogación de las leyes privatizadoras no es sólo cosa de parlamentos, sino que, como en la reforma laboral, puede hacerse en los hechos, mediante el trabajo sindical cotidiano.
El caso de Ambuibérica, empresa que avanza hacia el monopolio del sector bajo gobiernos autonómicos de distintos colores, demuestra que la privatización de la sanidad es una estrategia que va más allá de los maquillajes ideológicos de la política profesional. Las bases para parar esta tendencia se encuentran en la lucha de las sanitarias por su dignidad y en la de toda la sociedad para hacer valer nuestra vida y nuestra salud por encima de sus carteras. Nos quieren trabajando en sus empresas aunque eso nos ponga en riesgo; pero si tenemos que trabajar, ha de ser para vivir mejor y con seguridad, no para que sus cuentas de beneficios sigan creciendo. Los fondos públicos tienen que ser para nuestra salud, no para financiar encubiertamente a las empresas mediante el chantaje de los ERTEs, o para subvencionar proyectos de «super-vacunas» de la industria farmacéutica, verdaderos mausoleos donde perece el dinero público para bien de los accionistas..
Estas concentraciones no han sido más -ni menos- que un paso para que logremos la sanidad pública socializada que la clase trabajadora necesita y merece.
Fuera la precariedad de nuestra sanidad.
Organízate y lucha.
Juntas somos más fuertes.
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